Capítulo 23

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«"La Vida sigue... Y jamás dejaremos de caer"

Caídas se avecinaban. 

Caemos por muchas razones, por errores, piedras, empujones, y principalmente; para hacernos más fuertes.
Porque la vida nos enseña que tenemos que caer para fortalecernos. Y es inevitable tropezar.
Sin embargo, aun despertaba todos los días viendo el cielo. Sonriéndole al amanecer. Y agradeciéndole y pidiéndole un buen día a un ser invisible omnipotente. 

Y eso era porque no perdía la fe. 

Y necesitaba de fe, valor y fuerza para seguir dando pasos, y para levantarme cada vez que cayera.

Todos tropezamos, todo el tiempo, en el camino hay innumerables obstáculos, todos diferentes, y tienes que aprender de ellos.
No importaba cuando daño me había hecho la vida, yo tenía que seguir viviendo, porque la vida seguiría, y no dejaría que siguiera sin mí.

Mi sonrisa seguía mostrándose, y yo seguiría caminando mientras pudiera.
De eso se basa, de seguir. Sabía que si yo no seguía, a la vida no le importaría, el tiempo seguiría corriendo, nada se detendría. Y yo no necesitaba quedarme sentada o acostada mirando el techo o al vacío, perdiendo el tiempo, para luego darme cuenta de que estaba perdiendo mi tiempo y una parte de mi vida. Yo sabía eso. Ya lo había aprendido.

Sin embargo, la vida era buena maestra, y sabía perfectamente que a ella no le molestaba volver a darme la clase si yo no había entendido.

Así que ahora me encontraba camino al instituto. Lista para lo que se avecinaba a mi día, o tal vez no del todo.
Quien sabe, la vida todos los días da lecciones diferentes, solo esperaba estar preparada para la siguiente.»

Estoy en mi casillero, haciendo el cambio de un par de libros. Veo a Sebastián y a Wendy caminando en mi dirección. Sus sonrisas disminuyen al acercarse.

-Cariño, ¿Ocurre algo? -pregunta Sebas.

¿Tan mal lucía?

-No, ¿Por qué? -respondo normalmente.

-Tienes la nariz enrojecida, y los ojos un poco hinchados. -explica Wen.

-Oh, es solo un resfriado o alergia. -contesto.

-¿Segura? -pregunta Sebas.

-Sí, mamá ya me dio antibiótico. Espero se me pase rápido, no es nada.

Ambos se miran.

-Sabes que puedes confiar en nosotros, ¿No? -dice Wendy.

-Totalmente. -respondo.

Fijo mi mirada en Sebastián, este me observa fijamente, y tiene su ceño fruncido. Odio el hecho de que sus ojos sean tan fuertes, el azul de sus ojos se ve electrizante, y es como si estuviera viendo en mi interior.

-Cuando tienes alergia o resfriado sueles tiritar o tener frio, te sorbes la nariz cada tres minutos, sueles hacerte una trenza porque crees que tu cabello esta horrible y tus ojos suelen ver cansados, mirando débilmente. O simplemente estornudando, cada diez minutos. -dice Sebastián.

Me acomodo los lentes.

-¿Eso significa que no me veo tan mal? -asumo.

-No. Eso significa que nos estas mintiendo. -contesta él.

-También significa que desearía que no me conocieras tanto. -digo.

Cierro el casillero y estoy dispuesta a darme la vuelta.

-¿Por qué nos mientes? -pregunta Sebastián.

-Porque no quiero explicar nada y estoy muy cansada como para seguir llorando.

Esta vez sí me doy la vuelta.

-Alicia. -amenaza Sebastián. A mis espaldas.

Bajo la mirada al suelo y presiono el libro más a mi pecho, suspiro sin mirarles: -Luego les digo...

Y comienzo a caminar. Quiero olvidarme un poco de todo. Así que simplemente voy a mi siguiente clase.

***

Salí unos minutos antes de mi clase pidiendo ir al baño, y me encontraba sentada ya en la cafetería, sola, mirando por la ventana y haciendo garabatos en mi cuaderno. Con un libro justo al lado de mi brazo.

-Hey... -susurra alguien a mi lado.

Veo a Seth sentarse junto a mí.

-Hey. -le sonrío, sinceramente.

-¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí? -pregunta.

-Bien, un poco cansada. Y debería preguntar lo mismo. -bromeo- Pedí ir al baño, realmente no hacíamos ya nada en el salón. ¿Tu?

-Bien, pero súper aburrido y estresado con matemáticas. -contesta, recostando sus brazos en la mesa.

-¿Matemáticas? -pregunto. No era mi fuerte, pero era buena en la materia, de vez en cuando, en especial este año.

-Sí, soy un lío en ello.

-Mmm, ¿Le has pedido ayuda a Megan?

-Uhmm, en realidad no, últimamente le he visto muy ocupada, y yo solo necesito por lo menos unas cuantas lecciones para pasar el siguiente examen. -explica.

-¿Cuándo es el examen? -pregunto.

-La siguiente semana.

-Puedo ayudarte si quieres. -ofrezco.

-¿Serias mi tutora? Por un par de lecciones. -pregunta, esperanzado.

-Uhm. Sí, no sería mala idea. -respondo. Y le sonrío.

-Oh, ¿De verdad? Muchas gracias, Alice. -dice sinceramente.

-Con una condición. -agrego, sonriendo traviesa.

-¿Cuál? -levanta una ceja.

-Verte tocando el piano. -sonrío.

El abre los ojos: -¿Hablas en serio?

-Completamente. -asiento.

-Alice... Debes de estar bromeando. -dice.

-Nop. ¿Quieres que sea tu tutora en un par de lecciones? Quiero verte tocar el piano algunas veces. -le miro- Junto a ti. -agrego.

Parece pensarlo un par de segundos. Suspira.

-Bien. -acepta al fin- Me veras tocando el piano. -asiente, mas diciéndoselo a el mismo.

-Tocas bien, ¿Por qué te da vergüenza? 

-No lo sé... Simplemente no quiero decepcionar.

-Por supuesto que no me decepcionaras. -digo- Y si falla una nota no importa, la melodía será hermosa mientras tu toques.

-Gracias... -agradece sincero, sonriendo de lado y viéndome.

-De nada. -le sonrío de vuelta.

***

-Entonces... ¿Me dirás? -pregunta Sebastián mientras camina junto a mi hacia mi última clase, aunque esta no le corresponda a él.

Suspiro.

Ha estado insistiendo por un rato mientras me perseguía luego del almuerzo.

Agarro mi cuaderno azul y se lo extiendo, deteniéndonos en la puerta. El me ve y levanta una ceja, le insisto con la mirada que lo tome, y por fin lo agarra.

-Penúltima página escrita, te espero en la salida al terminar la clase para recibir el cuaderno, realmente no quiero preguntas. Si ves a Wendy puedes mostrárselo, no hay problema. -informo. Me coloco de puntillas y beso delicadamente su mejilla, sosteniendo la otra con mi mano.

Vuelvo al piso, y entro a la clase.

***

-¿A dónde me llevas? -pregunto divertida.

Seth sostiene mi mano, y me guía por los pasillos entre todas las personas, la campana ya ha sido tocada, y todos los alumnos se dirigen a la salida.

-Ya verás. -dice, sin detenerse.

Seguimos caminando, hasta que en los pasillos ya no hay estudiantes, esto es muy divertido en el aspecto que somos dos jóvenes riendo en el pasillo mientras corremos, pero también nos podrían ver y mal interpretar las cosas.

Me guía hasta un salón, y agarra el cerrojo, la suerte está de su lado; la puerta se abre.

Entramos, y es el salón de música, porque hay instrumentos por doquier.

-El salón de música siempre está abierto, es uno de los salones que no cierran porque hay alumnos que vienen a practicar en horas libres con supervisores y también están las actividades curriculares luego del último timbre. -explica, avanzando.

-¿Tú no tienes que hacer esas actividades?

-Sí, pero solo martes y jueves. -dice relajado.

El salón es muy grande, y tiene un variedad de instrumentos extensa.

-¿O sea que... Cualquiera que quiera venir a este salón pude hacerlo?

-El profesor de música y supervisor suelen estar aquí, si no, revisan el salón cada veinte o treinta minutos. Igualmente, en media hora deben de asistir a sus actividades los de este día.

-Oh.

-Aja. 

Se acerca al piano.

-Bien, aquí estamos para que veas que si cumplo mi palabra. -defiende.

-De cuerdo. -digo.

Se sienta en el banco frente al piano de cola, es hermoso y luego de dar una mirada a todo el aula, me siento junto a él.

Posiciona sus manos sobre las teclas y luego empieza a tocar, la melodía me lleva, y hace que mire fascinada sus manos tocando las notas.

Le miré el rostro, y parecía tan concentrado en las teclas. Se podía apreciar la pasión hacia la música en sus ojos, y como le gustaba lo que hacía.

Entonces sentí un dejavu.

Estoy sentada, frente a un piano. Pero no estoy en el aula de clases, estoy en un lugar más conocido. La imagen un poco borrosa. Escucho una risa, y es la mía. Pero estoy más pequeña, mucho más pequeña, a mi lado, permanece un chico de ojos azules, su sonrisa es una de las más hermosas que he visto, y el recuerdo es como el más hermoso espejismo tras mis ojos, se marcan sus hoyuelos en la pálida piel, su cabello negro cae un poco en su rostro, mueve sus manos de tecla en tecla bajo sus manos. Y solo escucho el piano. 

El mira mis ojos, sonríe y está apunto de decir algo, cuando la música se detiene.

Levanto la mirada y veo a Seth, sonriendo, su sonrisa desaparece cuando la primera lágrima cae.

-Alice. -susurra temeroso, acunando mi rostro en sus manos.

-Lo siento... -respondo.

El me abraza, y mi rostro termina escondiéndose en su pecho, sus brazos rodeándome y yo aferrándome a él.

-Es solo... -comienzo- Me he acordado de una persona que está lejos... Le gustaba tocar el piano.

-¿Le gustaba? -susurra.

-Si... Y a mí me encantaba escucharle. Y por un momento... Pareció como si estuviera junto él.

-Lo siento, Alice. -dice abrazándome más fuerte.

Sabía que él no quería molestarme ni preguntar por mi pasado. Y era reconfortante que no me estuviera presionando. 

-Tranquilo, lo he estado recordando, no es nada... Solo... Me encanta oírte tocar. -le sonrío muy ligeramente.

-¿Estas segura? -pregunta.

-Sí. -asiento.

-Y... ¿No sabes tocar el piano?

-No... Siempre quise, y... Él me iba a enseñar, pero se fue antes de hacerlo... -limpio mis lágrimas- Pero está bien. Me gusta ver y escuchar.

-¿Quieres que vuelva a tocar? -pregunta.

Miro todo el lugar, y luego fijo mi vista en él.

-Solo una más por hoy. -sonrío, sinceramente.

Entonces el me devuelve la sonrisa.

Se acomoda en su asiento, y antes de comenzar a tocar, recuesto mi cabeza en su hombro.

***

Salgo riendo por las puertas de la institución, estoy agarrada del brazo de Seth. El también ríe.

Veo a Sebastián y a Wendy sentados en las escaleras, justo frente a nosotros, y ellos voltean a vernos, sus miradas son expectantes. Seth al instante nota sus miradas y busca algo con la vista en el estacionamiento. Entonces se acerca a mi oído.

-Mi hermano me está esperando, me tengo que ir. -me observa- Recuerda que puedes confiar en mí, cualquier cosa me escribes.

Le miro: -Gracias. -susurro.

-Nos vemos luego. -sonríe, besa mi mejilla junto con un tierno y rápido abrazo, después se aleja.

Me acerco a mis dos amigos y Wendy se levanta.

-Tengo que irme. -dice, antes de darse la vuelta.

-Wen. -le agarro la muñeca. Ella me mira- ¿Podrías ir hoy a mi casa?

Sus ojos se ablandan, luego me sonríe: -Sí.

-¿A las cinco está bien? -pregunto.

-Está perfecto. -sonríe.

-Entonces nos vemos luego.

Ella asiente: -Nos vemos luego. Adiós. -se despide con un gesto de mano de mi y de Sebas. Y se aleja.

Me siento junto a Sebastián.

-Entonces... -pronuncio.

Miro el cuaderno abierto, en sus manos, y me observa.

-¿Dónde están todos? -pregunto, viendo que el resto de mis amigas y amigos no están. 

-Se han ido. -dice simplemente- ¿Dónde estabas tú?

-Con Seth. -me encojo de hombros.

-¿Haciendo qué? -vuelve a preguntar, sabiendo lo obvio.

-Estábamos en la sala de música.

-¿En la sala de música? -repite.

-Sí. -le miro- Le veía tocando el piano.

-Bien. -dice, resignado- ¿Puedes... Leerlo conmigo?

Refiriéndose al cuaderno.

Yo asiento.

«"Desconcertantes pensamientos"

Ha vuelto. Él ha vuelto. 

Está de nuevo en mi cabeza.

Los demonios y voces han hecho su reaparición. Luego de tanto tiempo afuera, parece que han vuelvo para devolverme a la oscuridad.

El recuerdo de él sigue allí. Vuelve a mí como mi peor pesadilla, y parece que los demonios las han traído de nuevo a mis sueños.

Y sé que a él no le gustaría verme así, el no querría ver mis lágrimas, él siempre me las limpiaba, el no querría escuchar mi llanto, el siempre me cantaba alguna suave melodía, a él no le gustaría verme destrozada, puesto que el siempre intentaba arreglarme. Pero él no está.

Mi corazón cada vez se rompe con el pensamiento de lo que pasó, el dolor vuelve a mí. Y todo parece verse en cámara lenta.

Una luz fuerte, un rechinido de neumáticos, y después el impacto. 

Todo se repite.

Y siento que le falle. 

Le extraño demasiado, aunque aparente que no. 

No importa cuánto trate de no pensarlo, sentirlo o verle; el de alguna forma vuelve a mí.
Y tengo miedo.
No quiero seguir en el pasado, o que este se envuelva en mis pies y me atasque en un inconcluso presente.

Siento que estoy cayendo de nuevo al vacío, mis alas vuelven a desgarrarse, un demonio me las trata de arrancar y arrastrarme a la oscuridad.
No le quiero dejar, pero siento que es más fuerte que yo, y mientras más me debilito él se fortalece más.

Pienso en muchas cosas, como en lo que pasó, pienso en sus ojos y en los hoyuelos de su sonrisa. Tenían el brillo más hermoso que haya visto. Tenía un gran talento y futuro por delante. Tenía una familia que le amaba mucho, madre y padre, sobre todo. Tenía un gran corazón y una fuerte risa. También era demasiado terco en ocasiones, pero a la vez muy osado, capaz de cualquier cosa.

Y le extrañaba demasiado, él había sido mi soporte y quien me elevaba siempre. Él había sido mi mejor amigo y a la vez mi primer amor. Quien me mostró el significado de cielo y estrellas. Una de las personas que me mostró que era amor y el verdadero cariño.

Él había sido mi hermano.

Y ya no estaba conmigo. Se había ido para no volver. 

Y por ello traté de alejarlo de mi mente tiempo después de su partida, para no pensarlo, porque pensarlo me hacía venir abajo, también me trae el recuerdo del día que se fue, el momento y segundo en que sus ojos me miraron por última vez. El acto de que sus ojos se cerraran y el pánico que sentí en el instante. 

El instante en el que mi vida si se había destruido definitivamente. Porque él me destruyó.

Mi corazón no se rompió, simplemente se fue con él.»

Levante la mirada hacia Sebastián, este ya me miraba, y sabía que me miraba de esa forma porque mis ojos estaban cristalizados.

Miré a mis manos, porque no quería mirarle a los ojos y lanzarme a sus brazos a llorar.

-Alice... -comenzó.

-Dije que no quería llorar más. -digo, no rudamente- Estoy cansada de llorar.

-Entonces no llores.

-¿Cómo no hacer algo que es inevitable de hacer?

-Intentando. -dijo.

Entonces lo sentí. Esas fueron las mismas palabras que me había dicho Luke Hemmings.

Le miro a los ojos, y luego recuesto la cabeza sobre su hombro, el recibe mi acto y me rodea con un brazo, atrayéndome a sí.

-Lo siento, Alice. -dice.

-No quiero que lo sientas. -respondo- Quiero que las personas me dejen de sentir lástima... Odio ese sentimiento...

-Eso está bien.

-¿Odiar el sentimiento?

El asiente: -Siempre has demostrado ser muy fuerte.

Miro al vacío.

-Gracias. -digo de repente.

-¿Eh?

-Gracias. -repito.

-¿Por qué?

-Por estar allí, y ser mi hermano mientras él no estaba.

Le veo sonreír.

-Y por seguir estando. -susurro.

-Jamás me iré, Alice.

-Eso espero. -le abrazo fuerte.

-Estaré aquí para cuidarte de todas las caídas.

Le miro.

-¿Leíste el otro escrito? -pregunto.

-Si... -asiente.

-¿Y le mostraste este a Wendy?

-Sí. Ambos…

-¿Y qué dijo?

-Realmente no dijo mucho...

-Bien. -acepto.

Nos quedamos en silencio. Yo en su hombro, y en con su cabeza recostada sobre la mía.

-¿En qué piensas? -pregunta.

-En todo y a la vez en nada.

-¿Dónde crees que esta? 

-¿Quién? -pregunto confundida.

-Travis. -dice simplemente.

Suspiro, tranquila: -No lo sé... En un lugar muy lejos...

El asiente: -Pienso lo mismo.

-¿Crees...? ¿Crees que nos vea... O escuche?

-Realmente no lo sé, cariño. -responde.

Vuelvo a suspirar.

-Me hace falta. -digo.

-A todos, Alice... A todos.

-Donde quiera que este... ¿Crees que me extrañe?

-Por supuesto que sí, Alicia. 

-Sé que... A mamá y a papá le duele todos los días no tener a su hijo con ellos.

-Aún no sé cómo ellos han podido seguir.

-Es fácil... Tienes que seguir, por el simple hecho de que tienes a otros hijos por los cuales seguir luchando. -explico.

-Es fuerte.

-Es muy fuerte.

-Pero...

-La vida sigue. -termino su oración.

El viento nos azota.

-Parece que hoy será un lindo día en Sídney. -comenta.

-Así es. -concuerdo.

-Alice, es hora de irnos. -dice.

-¿No vendrán a buscarte?

-No. Así que vamos. -se levanta y me extiende la mano. Yo la sujeto e igualmente me coloco de pie. Veo que Sebastián comienza a caminar en dirección a mi casa. 

-¿A dónde vas? -pregunto.

-A casa.

-Pero tú casa está en otra dirección. -digo divertida.

-Sí, pero te llevaré a ti. -dice.

-¿Por qué harías eso? 

-Porque eres mi mejor amiga. -voltea a sonreírme.

Este chico es posiblemente el mejor amigo que pude haber conseguido. Sigo el azul de sus ojos y negro de su cabello. Era verdad que nos parecíamos, él se parecía solo un poco a Travis, pero a fin de cuentas él no era Travis. Era Sebastián, tal vez el chico perfecto. 

***

Estaba sentada en el porche, realmente estaba muy aburrida, no había sacado nada además de mi teléfono con el cual escuchaba música, apenas y había estado en el interior de la casa. No quería estar en mi cuarto por un rato, allí tenía muchos recuerdos, y mis padres casualmente estaban por un rato en casa, y no podía verles así. Aún seguía pensando que era mi culpa…

Un taxi se estaciona enfrente y una bien vestida Wendy sale de este. 

La rubia se acerca a mi mientras sonríe.

-¿Un vestido? -le pregunto, viendo su ropa, usa un lindo vestido beige, ajusta su cintura y tiene un lazo atras, también usa zapatillas, mientras yo uso un short, una chaqueta de manga corta y clara, y mis converse negras.

Ella se encoge de hombros.

-Bien. -digo- Vamos al rio, ¿Te molesta?

-Claro que no.

-¿No te importa ensuciar el vestido? -pregunto, divertida.

-¿Alguna vez me ha importado ensuciarme la ropa? -pregunta ella.

Yo rio: -Tu madre te matará.

Ella se vuelve a encoger de hombros, indiferente.

-De acuerdo, vamos. -digo.

Luego nos dirigimos a los árboles, dispuestas a atravesar el pequeño bosque hasta el rio.

***

-Oh, espera. –le digo, antes de que se siente en el suelo.

Me quito la chaqueta –puesto que tengo una musculosa debajo- y la coloco sobre la tierra. Wendy me mira en reproche, pero no quiero que se ensucie el vestido. A final de cuentas termina sentándose sobre la chaqueta, y yo junto a ella, ambas miramos el rio en silencio.

Hasta que escucho su voz: -Sé que eres fuerte, y eres una de las personas que conozco… Eres más fuerte que esos demonios.

-¿Cómo puedes saberlo? –pregunto.

-Porque sabes perfectamente que a mí me asechan los mismos… -dice.

-¿Y tú eres más fuerte que ellos?

-La mayoría de las veces, sí. –responde.

-¿Y cómo sabes que soy más fuerte que tú?

-¡Es muy obvio, Alice! Tu vida ha sido más fuerte, y sigues sonriendo, sigues siendo amable con todo el mundo, sigues cuidando a tus hermanos, sigues amando a tus padres, sigues confiando en tus amigos, sigues ayudando a cualquiera que te pida ayuda, sigues… Viviendo. 

-Tú también sigues viviendo… -susurro- Y haces todas esas cosas.

-Pero yo no vi morir a mi hermano… -responde. Suspira- Ni siquiera he tenido hermanos mayores.

-Lo se… -miro al vacío.

-Lo siento, Alice. –se disculpa.

-Está bien. –asiento. 

-Tú puedes con todo ello y con más. Jamás serás menos. 

-Gracias.

Ella sonríe: -Recuerda, los recuerdos son un efecto colateral de vivir.

-El sufrimiento es un efecto colateral de vivir. –sonrío, comenzando un juego.

-El dolor es un efecto colateral de la vida.

-Caer una y otra vez es un efecto colateral de la vida.

Luego ambas reímos y nos abrazamos.

-Alice, tienes que superar todos esos recuerdos. No digo que los olvides, solo vivir en calma.

-¿Cómo?

-Dejándolos ir.

-¿Cómo hago eso?

Ella se queda pensando: -Puedo ayudarte. Tienes que superar el recuerdo… ¿Tienes… Fotografías u objetos de tal valor que te recuerde a los malos recuerdos?

-Por supuesto. –respondo.

-Podemos ir a buscarles el lado bueno, y dejarlos ir. 

-Suena… bien.

-Hay una historia… Como prefieras llamarle… -comienza, entonces me recuesto en la tierra/grama, y recuesto mi cabeza en sus piernas, ella comienza a acariciarme el cabello- Es sobre un chico, cuando él estaba de pie en el despertar de la devastación y cuando estaba esperando en el filo de lo desconocido. Él estaba con el cataclismo cayendo, y a la vez gritando y llorando por dentro: “sálvame ahora”. Estaba allí imposiblemente solo. Se sienta frio y perdido en la desesperación. Acumulaba esperanza, pero decepción era todo lo que había conocido. Entonces el recordaba toda la tristeza y la frustración, y solo tenía y déjalo ir…

-Eso no suena muy bien… ¿Y luego?

-Luego… Hubo una ráfaga de luz que cegó a todos los ángeles… Como si el cielo convirtiese los cielos en estrellas. Entonces el sintió la gravedad de la gracia templada, cayendo en el espacio vacío, no había nadie allí para agarrarlo en sus brazos…

-¿Entonces?

-Digamos que… el principio de la historia se repite.

-¿Y… dejo ir todo eso?

-¿Por qué no respondes tú la pregunta? –me sonríe.

-¡¡Wendy!! –la reprocho, ella sabía que no me gustaba que me dejaran así.

-Está bien, está bien. Pero te lo contare luego. –dice.

-Está bien. –acepto.

Pasa un rato de silencio, en el cual solo siento sus caricias en mi cabello y veo el cielo, mientras ella ve el rio.

Y Alice. –llama.

-¿Uh? –pronuncio.

-¿Tus padres saben cómo te sientes?

-Realmente no, no quiero preocuparles de cualquier forma, ellos ya tienen suficientes problemas.

-¿Y si lo intentas?

-Tal vez… Podría.

-Bien. Entonces comencemos con el plan dejar ir los recuerdos.

-¿Cuál es el primer paso?

-Primer paso… 

-¿Qué tal dirigirnos a los recuerdos? –pregunto.

-¿Buscar las fotografías?

-Aja. –asiento.

-Entonces, ¿Qué hacemos aquí? –pregunta un poco entusiasta.

Ambas nos levantamos del suelo, sacudo mi ropa y Wendy el poco polvo en su vestido, recoge la chaqueta y la sacude.

Luego, ambas comenzamos el recorrido a la casa.

Camino a los recuerdos.    

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¡Sorpresa! Para las que saben (y para las que no tambien :P) que soy administradora en la pagina de Novelas de 5 Seconds of Summer. Los capitulos de las novelas suelen publicarse los sabados (por lo que posiblemente publique mas que todo esos dias) Pero igual, he estado tratando de escribir bastante y de apresurarme.

Espero que os haya gustado, muchas gracias por leer.

  Preguntas:  ¿Qué os pareció todo el capítulo? ¿Qué os los momentos sentimentales de Alice? ¿Qué os parecio Seth? (Yo se que lo estan amando por lo menos un poquito :3) ¿Qué creen de sus dos escritos:  "La Vida sigue... Y jamás dejaremos de caer" y "Desconcertantes pensamientos" ? ¿Qué piensan de Sebastian? ¿Y de Wendy? ¿Alguna opinion de como va la novela? ¿Qué quieres que pase o qué esperas del siguiente capítulo?

Respondan las que puedan :) Y si os gusto, por favor:   

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El Libro Perdido © |Luke Hemmings|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora