❝ El Soldado de Invierno no merece la compasión ni el socorro de nadie, y Bucky Barnes hace mucho tiempo que desapareció dejando una simple sombra de lo que algún día fue.❞
Al menos, eso es lo que él creía. Y hacerle cambiar de opinión no iba a ser...
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Tras la comida Bucky se fue directo a su habitación, y aunque no lo tenía previsto se durmió una pequeña siesta. Despertó a las cinco y trece y decidió salir al balcón de su habitación para que el aire terminara de abrir sus perezosos ojos.
Todavía le quedaban casi dos horas antes de la lección tecnológica de Shuri así que le echó un vistazo a los horarios que había sobre su escritorio. Tal y como Olivia le había contado había todo tipo de clases y actividades, pero los dejó en el mismo sitio segundos después sin terminar de leerlos.
James se ató el pelo y se calzó unos zapatos para salir a correr un poco. Bajó hasta la puerta trasera del edificio y llegó a los montes donde había estado anteriormente. Comenzó a calentar haciendo unos estiramientos básicos y poco después empezó a trotar sintiendo la hierba bajo sus pies.
Barnes había descubierto que correr le ayudaba a no pensar demasiado, y durante ese fragmento de tiempo podía concentrarse en otras cosas que no fueran odiarse y martirizarse.
Después de un buen rato miró su reloj y vio que las agujas marcaban las seis y cuarenta y uno y sus ojos se abrieron sorprendido del tiempo que había perdido sin darse cuenta.
Le quedaban diecinueve minutos para volver hasta su habitación, darse una ducha rápida para quitar el olor a sudor y llegar a tiempo a la clase de Shuri. Bucky aceleró el ritmo de sus pasos corriendo más rápido de lo que lo había hecho en la última hora.
El viento golpeaba su cara y su ropa ondeaba hacia atrás por culpa de la velocidad. James se vio a si mismo corriendo por aquel monte que comenzaba a estar verde por la salida del invierno y por una fracción de segundo se sintió feliz. Se sorprendió a si mismo al darse cuenta de que estaba sonriendo.
Llegó justo a la entrada del edificio cuando según su reloj le quedaban doce minutos. Subió con prisa hasta su habitación y casi entró a la ducha hasta con la ropa. Se secó bastamente y se vistió.
Cuando llegó al despacho de Shuri el reloj marcaba las siete y un minuto, y algunas gotas de agua caían por su cuello al no haber secado su pelo completamente.
— Has llegado puntual hoy, Bucky. Qué sorpresa. – Dijo Shuri mientras veía como su pecho se alzaba y bajaba aceleradamente.
Olivia sonrió ante las palabras de la chica y negó con la cabeza acercándose hasta James.
— Espero que no te saque demasiado de tus casillas. Mañana a las nueve en punto empiezan tus entrenamientos, te esperaré en la sala de combate cuerpo a cuerpo.
Dijo mientras le daba un suave toque en su hombro.
— ¿No te quedas? – Preguntó Bucky. Realmente creía que Shuri los había llamado para explicarle todo la teoría aburrida a la vez.
