❝ El Soldado de Invierno no merece la compasión ni el socorro de nadie, y Bucky Barnes hace mucho tiempo que desapareció dejando una simple sombra de lo que algún día fue.❞
Al menos, eso es lo que él creía. Y hacerle cambiar de opinión no iba a ser...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
•─────•✦•─────•
28
Olivia bloqueó un golpe del brazo derecho de Bucky, agarrando su muñeca con fuerza con su mano, pero él se revolvió y soltó su agarre.
— Mírame y dime que no sabes quién soy – Le espetó Olivia en la cara mientras él seguía atacándola. — La pulsera que llevas te la di yo. ¡Me conoces! – Le gritó al notar como su mano atacaba su rodilla haciendo que perdiera la estabilidad y quedase en el suelo con una rodilla hincada.
La pelinegra agachó la cabeza notando los pasos del soldado acercarse, y cuando lo tuvo cerca agarró uno de sus tobillos y tiró con fuerza, haciéndolo caer de espaldas contra el suelo. Agarró con rabia la máscara que tapaba su rostro y la tiró lejos.
— Sabes quién cojones soy, Bucky. No juegues conmigo – Le gritó sintiendo las lágrimas en sus ojos al ver como el hombre al que quería no mostraba ni un solo atisbo de reconocerla. — Soy Olivia, Kale, Emma Bovary... Tú me llamabas nena, muñeca.. No me creo que no me recuerdes – Le espetó mientras él se levantaba y volvía a atacarla.
Olivia cerró sus ojos y dejó que el soldado golpease su costado, haciéndola chocar con el coche que había parado hace unos minutos. El hombre se acercó a ella viendo como no se resistía, como ya no luchaba.
— Este no eres tú – Le dijo mientras el sujetaba sus brazos. — ¡Este no eres tú, joder! – Gritó por encima de todo el ruido de la pelea. Dejó salir su llanto a través del ensordecedor y profundo grito. Lloró sin la necesidad de dejar caer ni una sola lágrima.
La pelinegra giró la cabeza, sin querer mirar aquellos ojos azules que tantos recuerdos le traían, y vio como el hombre de mediana edad que había sacado del vehículo antes intentaba huir con otro guardia. Olivia cerró los ojos y atacó al soldado sin piedad.
Golpeó sus brazos, su cuello y sus hombros, quedando en superioridad sobre él. Disparó varios puños contra su cara y cuello que él bloqueó, pero no pudo frenar la potente patada que ella le dio a su costado derecho, haciéndolo caer de rodillas agarrando la zona mallugada.
Olivia lo miró y le susurró lo siento mientras comenzaba a correr hacia el hombre que pretendía hacer estallar la ciudad por segunda vez. La mujer saltó sobre la espalda del guardia haciéndolos caer a ambos contra el suelo, rodeó su cuello con sus muslos y cuando se quedó sin respiración lo soltó.
La chica sujetó al hombre por el cuello de su camisa y cuando le iba a atestar un puñetazo en la garganta sintió unas manos que la sujetaban por la cintura y la elevaban alejándola del hombre. Olivia pataleó sintiendo el agarre metálico que la oprimía y la sujetaba contra la pared del edificio.
— Qué niña más osada – Comentó el hombre a su espalda. — Me sorprende tu valentía a pesar de ese cuerpo tan pequeño.
La pelinegra se resistió durante los primeros segundos pero el agarre del soldado era más fuerte que lo que ella podía ofrecer en ese punto. El soldado la sujetaba mirándola a los ojos, mientras que el hombre de la camisa sonría triunfante detrás de él. Olivia sentía como su pelo, ahora corto, empezaba a salirse de las trenzas que se había hecho por la mañana, su nariz seguía dejando caer unas gotas escarlatas cada vez con menos frecuencia, y su espalda aún le dolía. Ya no tenía más fuerzas para pelear, pero por lo que más destacaba ella no era por su fuerza, sino por su agilidad mental.
