❝ El Soldado de Invierno no merece la compasión ni el socorro de nadie, y Bucky Barnes hace mucho tiempo que desapareció dejando una simple sombra de lo que algún día fue.❞
Al menos, eso es lo que él creía. Y hacerle cambiar de opinión no iba a ser...
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14
Olivia se quedó esa noche en la habitación de Bucky, abrazándolo mientras él dormía en sus brazos. Él le había querido contar la historia completa, y ella la escuchó mientras acariciaba su pelo.
— Soy un asesino, Olivia... Y eso me va a perseguir toda la vida – Dijo el castaño sin mucho ánimo.
— ¿Tú crees que yo soy una mala persona? – Preguntó ella, haciendo que Bucky la mirase ligeramente sorprendido.
— Claro que no.
— Pues yo también soy una asesina... tú no tuviste elección, yo sí.
— Tu has matado a gente que lo merecía – Murmuró él entrelazando los dedos con los de ella.
— Una vida es una vida, Bucky.. Si no conseguimos que las pesadillas paren tendremos que avisar a alguien más... esto es inhumano – Le dijo suavemente.
Había estado tranquilizándolo hasta que él se quedó dormido, pero ella no fue capaz. A las seis de la mañana la chica se levantó lentamente de la cama y se agachó para recoger uno a uno los pedazos de cerámica que había en el suelo.
Los fue dejando con cuidado en un papel de periódico, finalmente cogió el filamento de la bombilla y salió de la habitación silenciosamente. Aprovechó para quitarse el pijama y ponerse su ropa de trabajo y dejó caer los pedazos en la basura.
Bajó rápidamente al comedor común buscando a Sheida, la cocinera, y esta le preparó en unos minutos una torre de tortitas (aunque le costó bastante que aceptara).
Olivia subió a la habitación de Bucky y cuando entró el chico todavía estaba dormido. No quiso molestarle después de la noche que había tenido, así que salió al balcón a tomar el fresco hasta que fuese más tarde. Se dedicó a mirar el cielo, pensando en mil cosas y a la vez en ninguna, hasta que vio como la gente comenzaba a salir a la calle.
Entró a la habitación de nuevo con la piel congelada por el frío matutino y miró el reloj para ver que era las ocho de la mañana. Se acercó con cuidado a un lateral de la cama y acarició la mejilla de Bucky.
— Buenos días... - Susurró. — No quiero molestarte.. pero ya es hora de levantarse.
James gruñó levemente pero se calló al abrir los ojos y ver a Olivia en su habitación.
— ¿Qué haces aquí? – Preguntó mientras se desperezaba.
— Llevo aquí desde anoche – Dijo mientras se sentaba en la silla. — Y por cierto.. he traído el desayuno – Completó mientras le enseñaba la torre de tortitas.
