❝ El Soldado de Invierno no merece la compasión ni el socorro de nadie, y Bucky Barnes hace mucho tiempo que desapareció dejando una simple sombra de lo que algún día fue.❞
Al menos, eso es lo que él creía. Y hacerle cambiar de opinión no iba a ser...
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Cuando quedaban veinte minutos para que diesen las ocho de la tarde Bucky salió de ducharse viendo a Olivia vestida con unos pantalones de algodón de color rosa que le quedaban un poco flojos, acompañado de un top color crema que dejaba ver su clavícula e inicio de sus pechos.
Sin duda aquel conjunto a ojos de la chica solo era cómodo, pero para Bucky cualquier cosa que ella llevase era sexy. Él llevaba un pantalón corto negro con una camiseta de algodón blanca.
— Córtate un poco – Dijo ella. — Que casi me estás desnudando con los ojos.
— Podría hacerlo de otra manera... Pero no quieres – Contestó el juguetón.
— No empieces... - Habló ella antes de darle un beso.
Olivia había frenado la situación siempre que los besos y caricias subían de tono. Aunque sabía que Bucky era diferente al chico que estuvo con ella cinco años atrás quería hacer las cosas bien y sin correr.
La chica de veinte años, casi sin experiencia con los hombres, se dejó llevar por lo que el chico rubio le decía. Ella le dejaba hacerle todo lo que quisiese porque él le contó que así funcionaban las relaciones. Olivia le tenía mucho aprecio, y creía que eso era amor, pero él solo la utilizaba para tener sexo cuando le apetecía. Al final, él se enfadó y la dejó porque ella le pedía tener un compromiso más cerrado y le preguntaba que qué se supone que eran. Olivia se sintió una tonta por haber confiado en aquel chico ciegamente, y desde ese momento se obligó a no ser una joven ingenua.
Era por eso por lo que nunca le había preguntado a Bucky qué eran, ni le había insistido en poner una etiqueta a su relación... por el miedo de que aquello volviera a repetirse. Por eso mismo estaba frenando el momento del sexo, para asegurarse de que no la quería solo para eso.
— ¿A dónde se supone que vamos? – Preguntó Bucky siguiendo los pasos de Olivia.
— Ya verás... - Dijo con el mismo tono que utilizan los niños cuando hacen travesuras.
Era la primera vez que Bucky bajaba a la planta subterránea del edificio. Olivia le guiaba a través del recorrido y frenó al llegar a una puerta con la letra K encima del pomo.
La chica se agachó y sacó una pinza de su pelo, utilizando el fino metal para entrarlo en la cerradura. Pegó su oreja a la madera y movió sus manos con suavidad hasta que se escuchó como el pestillo interior se desbloqueaba.
— Así que también sabes forzar cerraduras – Dijo Bucky con una ceja alzada.
— Si alguna vez necesitas forzar alguna ya sabes a quién llamar – Dijo ella entrando a la sala.
