Capítulo V-Parte II

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Joel

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Joel

Decir que estaba asustado era poco. Los ojos de Thomas me miraban tan intensamente que podría jurar que ultrajó mi alma con su mirada. Tengo miedo.

— ¿Qué te sucede? —le grité mientras lo hacía retroceder empujandoló a una distancia considerable de mí al tiempo que tomaba una bocanada de aire.

—Hola mi lindo novio, ¿qué tal todo? —me respondió mientras recuperaba el equilibrio y se volvía a acercar a mí.

«Hace unos segundos intentó besarme, y ¿ahora me saluda? Hoy Thomas amaneció más pendejo que ayer, tengo pruebas y cero dudas».

—¿Qué intentabas hacerme? —dije mientras lo miraba a los ojos para que notara que estaba enojado y asustado a la vez.

—Nada, solo quería pasar un rato contigo, ¿acaso no puedo? —espetó en tanto que volvía a aprisionarme en contra de mi voluntad. Si somos sinceros Thomas es mucho más alto y fuerte que yo, y ahora no tenía ninguna probabilidad de escapar. «Dios, si existes por favor ayúdame».

—Pero... estás muy cerca, es incómodo —mascullé mientras desviaba la mirada hacia la puerta de los baños, quenadie entrara hasta que el cambio de hora se diera y las clases se reanudaran. «Si alguien me llega a ver de esta manera será muy vergonzoso».

—Somos novios, ¿no lo recuerdas? —inquirió en tanto que volvía a tomar mi mentón y acercaba peligrosamente sus labios hacia los míos. Intenté apartarlo nuevamente, pero una de sus manos sujetaba las mías, impidiendo que pudiera realizar alguna maniobra para safarme de él y escapar.

Cerré los ojos y apreté los labios con fuerza para sentir lo menos posible el tacto de su beso. Pero solo sentí un cosquilleo en mi oreja seguido de una risa burlona que me decía.

—¿En serio creías que te iba a besar? Mejor suerte para la próxima.

«Thomas, yo sabía que estabas mal de la cabeza, y que tenías tus cambios de humor cada dos por tres, pero esto ya es pasarse». Pensé antes de ponerme rojo de la furia y, con mi puño izquierdo le di un golpe seco en su abdomen ¿De dónde saqué la fuerza? No me pregunten, tampoco sé.

El golpe hizo que Thomas dejara de reírse y se tumbara en el piso, aprentando con sus manos la zona donde lo golpee.

—Muy gracioso Thomas, muy gracioso —le dije mientras apretaba los puños y salía corriendo de los baños directo a mi salón, esquivando a todas las personas que estaban en los pasillos.

Ahora recuerdo por qué odiaba tanto a Thomas. Algunos días se portaba como todo un angelito, y en cambio otros días solo se dedicaba a joderle la existencia a cada persona del colegio. Hoy me tocó a mi.

El reto que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora