Capítulo ocho

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Thea abrió sus ojos cuando el sol se filtró en su habitación, una punzada de dolor apareció en su cabeza mientras se sentaba despacio en su cama. Lo sucedido la noche anterior la invadió y las lágrimas no tardaron en salir, apoyó la cabeza en la cabecera de la cama esperando tranquilizarse, pero era imposible. Sentía una fuerte opresión en el pecho recordando el momento exacto en el que había perdido a Jenna.

Kol solo podía mirarla, sintiéndose impotente de no poder abrazarla al verla ten destrozada.

Jeremy entró en su habitación, interrumpiendo su momento de lamentaciones.

—Debemos ir al entierro —murmuró. 

—Sí, ya voy —sorbió su nariz limpiándose las lágrimas. Se cambió sin ganas y con los ojos cristalizados, frunció el ceño al recordar algo —¿Cómo terminé aquí? —le preguntó a Kol, no recordaba haber caminado de vuelta a casa.

—Elijah te trajo —Kol murmuró una respuesta.

—Claro, Elijah —dijo con cierta ironía en su voz.

Salió de casa antes que Jeremy y Elena, necesitaba unos minutos para pensar. Llegada la hora del entierro, todos el grupo de amigos se encontró ahí.

Elena se acercó a dejar una rosa roja en cada tumba, con lágrimas en sus ojos.

 Después se acercó Thea, dejó una rosa amarilla en la tumba de Jenna, de niña le había contado que esas eran sus rosas favoritas. Seguido de eso, dejo una rosa blanca en la tumba de John, lágrimas, que no quiso soltar, seguían retenidas en sus ojos.

Unos minutos después, Stefan se acercó a un alejado Damon, Thea los vio pero no le tomó importancia, estaba demasiado concentrada en las tumbas de sus últimos familiares adoptivos.

El Salvatore menor se acercó a ella cuando Damon se fue, y dejó un delicado beso en su frente antes de seguir a los demás, sabía que quería estar sola.

—Pensé que no podría verte —murmuró sin quitar la vista de las lápidas.

—Yo no pensé que pudieras verme —le respondió con una leve sonrisa.

—Tú y John me dejaron sola —medió reclamó en voz baja.

—Nunca pensé que podría volver a hablar contigo —Jenna se sentó a su lado —Quiero pedirte un favor antes de irme.

—Soy toda oídos —se volteó para verla, casi se puso a llorar cuando vio su triste sonrisa.

—Perdona a Klaus —le pidió, quería asegurarse de que Thea no estuviera sola cuando se fuera.

—Estas bromeando ¿no? —le cuestionó con gran incredulidad —Por su culpa estas muerta.

—No fue su culpa —dijo Jenna, haciendo referencia a la bruja que la asesinó sin titubear.

𝙷𝚞𝚗𝚝𝚛𝚎𝚜𝚜 | 𝙺𝚘𝚕 𝙼𝚒𝚔𝚊𝚎𝚕𝚜𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora