Capítulo cuarenta y dos

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Después de lo que pasó en Dallas, Kol llevó a Thea lo más lejos que pudo en auto de allí, no le importó que dejaran toda su ropa en el lugar

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Después de lo que pasó en Dallas, Kol llevó a Thea lo más lejos que pudo en auto de allí, no le importó que dejaran toda su ropa en el lugar. Solo quería sacarla de la ciudad.

Thea no pasó desapercibido el hecho de que negó rotundamente llevar su camino hacia Luisiana.

Así terminaron en un hotel en Arkansas,

Thea caminaba lado a lado en la habitación mientras esperaba a que Lexie llevara a Oliver hacia allí.

—Thea, vas a hacerle un agujero al suelo —mencionó el original.

Thea se sentó a su lado sobre la cama y pasó sus manos sobre sus muslos, después de unos segundos volvió a levantarse. Estaba inquieta.

—Lo siento, es solo... No entiendo qué tiene de especial ese libro —murmuró cansada, sintió una punzada en su cabeza que la hizo quejarse en su lugar.

—Bueno —el original alargó la palabra y extendió las manos hacia las caderas de la chica para mantenerla quieta frente a él —La traducción literal no nos dice mucho. Es, literalmente, cazadores de libros.

Thea arrugó la nariz, descontenta.

—Eso no ayuda mucho.

—Tal vez es latín arcaico.

—Recuerdo vagamente el latín arcaico —mencionó la cazadora —Me sorprende que tú no. 

Kol la acercó más, hasta que sus rostros estaban tan cerca qué solo debía levantar la cabeza para que sus labios se tocaran. 

—Es que, en vez de estudiar como era debido, me dedicaba a seguir a una bonita castaña rizada qué siempre me rechazaba —susurró sonriente contra sus labios. 

—Me sorprende que hayas sido uno de los cuatro brujos más poderosos del grupo sin haber estudiado latín antiguo. 

Thea sonrió y lo besó con lentitud, disfrutando lentamente de la sensación de los labios de Kol contra los suyos.

Kol profundizó el beso y tiró de ella por detrás de sus rodillas para que las apoyara sobre la cama y se sentara sobre su regazo. 

Thea tomó las mejillas del original entre sus manos y ladeó el rostro para profundizar aun más el beso... 

¡Mis ojos! —Thea se apartó de un salto al escuchar la voz de su padre —Alguien que me saque los ojos. Felicity, por favor, sácame esa imagen de la cabeza

—Dios, no —susurró Thea sonrojándose fuertemente, abochornada por lo que sus padres, y Lexi, habían visto. 

Los volteó a ver lentamente, temerosa por la vergüenza. Se encontró de lleno con el rostro igual de abochornado de su padre, una mueca divertida de Lexi y un poco de ambas en su madre.

—¿Qué?¿Qué pasó? —preguntó Kol, confundido por el repentino espacio impuesto.

—Ya... —la cazadora carraspeó su garganta —Ya están aquí ¿Me pasas la sal, por favor?  Y si te ríes te asesino —le advirtió al notar las comisuras de sus labios levantándose. 

𝙷𝚞𝚗𝚝𝚛𝚎𝚜𝚜 | 𝙺𝚘𝚕 𝙼𝚒𝚔𝚊𝚎𝚕𝚜𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora