Capítulo treinta y seis

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LEXINGTON, NEBRASKA [1997]

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LEXINGTON, NEBRASKA [1997]

Klaus se despertó en el momento que escuchó la puerta de su habitación abrirse, se estaban quedando en un hotel para que la niña descansará bien antes de llevarla con los Gilbert. 

—¿Tío Nik? 

El original la miró desde la cama —¿Qué sucede? 

—Tuve una pesadilla —susurró, balanceándose sobre sus pies. 

El híbrido Suspiró, sabiendo que debía aprovechar todo momento que tuviera con ella antes de no volver a verla por algún tiempo. 

Abrió las sábanas antes de que la niña corriera hacia él y se refugiara en sus brazos. 

—¿Me quieres contar? —le preguntó Klaus al sentirla desanimada, pero sin querer llorar, y aferrándose a su camiseta. 

—Papá nunca volvía por mi, y yo quiero que papá vuelva —murmuró, haciendo un pequeño puchero —¿Cuándo va a volver? 

¿Cómo le decía a una niña de cinco años que era casi imposible que su padre volviera? 

—No pensé que mi compañía fuera tan desagradable —bromeó, evitando el tema. 

Thea arrugó la nariz —Yo no dije eso. 

—Mejor duerme, nos espera un largo viaje.

—No tengo... Sueño —hizo una pequeña pausa para bostezar y luego lo miró con los ojos entrecerrados —Me dormiré si me cuentas un cuento. 

Klaus suspiró, rindiéndose ante la niña. 

—Había una vez una familia de... De gatos, todos de color blanco—Klaus sabía que la niña amaba los gatos —Pero en esa familia había un gato manchado que no se parecía en nada a su papá, su papá era un gato malo, por eso el gatito siempre estaba lastimado. Un día el gato malo descubrió que la mamá gata tuvo un hijo con otro gato, era el gatito manchado, entonces el gato malo pintó sus manchas para que fuera de un solo color, porque decía que las manchas eran horribles. Pero un día, el gato se fue con sus hermanitos, pero a ellos no les gustaba estar con él, por eso el gato manchado, ahora blanco, siempre se sentía solo —el original bajaba la voz poco a poco, odiaba recordar la parte vulnerable de su vida, pero eso no lo sabía Thea. 

—No me gustó la historia —murmuró adormilada, haciendo que Klaus empezará a dejar caricias entre su cabello —Todos los gatitos merecen ser amados, especialmente ese, el gato malo le hizo mucho daño. 

—Si, en eso tienes razón. 

[...] 

Thea se pasó los dedos por el cabello rizado con los nervios recorriendole las venas.

—A ver, Jeremy, más despacio —las manos de la cazadora temblaban mientras caminaba de un lado a otro en la habitación.

Al escuchar lo que el Gilbert había dicho, Kol se puso los pantalones con rapidez y comenzó a empacar, sabiendo que Thea querría estar en Mystic Falls.

𝙷𝚞𝚗𝚝𝚛𝚎𝚜𝚜 | 𝙺𝚘𝚕 𝙼𝚒𝚔𝚊𝚎𝚕𝚜𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora