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No fue fácil para ninguno levantarse de la cama, estaban preocupados por lo que podría pasar a causa de la búsqueda de la cura.
Preocupados por la posible reaparición de Silas en sus vidas y la de Qetsiyah con él.
—Adelante, amada incrédula. Para que veas que Kol Mikaelson puede hacer de todo.
El original depositó frente a ella un plato con esponjosos panqueques.
A Thea casi se le cae la baba, se veían deliciosos, con los arándanos sobre la pila de panqueques bañados en miel.
—Espero que sepan tan bien como se ven —bromeó la chica.
Desde que Kol había salido del ataúd solo habían comido en restaurantes o cafeterías, no se quejaba, la comida era de lo más deliciosa, pero el que le cocinara representaba un gran gesto para ella.
Kol, quien estaba parado a su lado inclinó el rostro para besarla.
—Estás tentando mucho tu suerte, Kol.
Klaus apareció, cruzado de brazos y apoyado en el umbral de la puerta de la cocina mirando a Kol como si ya se viera a si mismo quitándole el corazón.
Thea se levantó enseguida y básicamente se lanzó sobre el híbrido, lo había extrañado un poco bastante. Después de todo, había sido de lejos la mejor figura paterna de las que había tenido toda la vida, y ha sido el único que no le ha fallado.
Se abrazaron, y Klaus sintió que una parte de él regresaba. Kol prácticamente la había secuestrado antes de que pudieran convivir de una mejor manera, aunque tampoco se quejaba tanto, porque al menos la había mantenido a salvo del peligro.
Claramente no tenía idea de lo que había pasado fuera de Mystic Falls.
—Pequeña, me da gusto verte —murmuró sobre su cabeza.
Thea se separó del abrazo y lo miro con una sonrisa.
—Yo también te extrañé, papá —le sonaba extraña las palabras que decía. Pero se sentía bien.
La mirada de Klaus se iluminó por el nombre, no había hecho nada para merecer ser llamado así, y se sentía... Muy bien.
—Siento decir, Nik, que nuestra visita no es una visita familiar —interrumpió Kol.
No lo demostraba para no alterar más a su novia, pero estaba asustado y muy muy preocupado por el asunto de Silas.
El híbrido miró a su ahijada, la cual sonrió apenada.
—Antes de ir a lo importante ¿Te importaría contarnos que es lo que ha estado pasando aquí?
Klaus, reacio a contarles todo lo que había pasado, adornó los sucesos para que no sonará tan relevantes. Pero la pareja ya sabía que buscaban la cura, solo necesitaban saber cómo planeaba encontrarla.
