Capítulo veinticuatro

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A la mañana siguiente Thea se encontraba acostada en el sofá con sus piernas encima de las de Klaus y muriéndose de sueño

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A la mañana siguiente Thea se encontraba acostada en el sofá con sus piernas encima de las de Klaus y muriéndose de sueño.

—Tengo sueño —lloriqueó.

Sus párpados se cerraron en contra de su voluntad y quedó dormida al instante, y no era para menos, apenas había dormido unas 3 horas.

—Deberías ir a dormir un poco más, aún es temprano —sugirió Klaus, sin quitar la vista de su libro, al darse cuenta de que no le respondió miró hacia su regazo y la encontró profundamente dormida.

Sonrió inconscientemente, recordando cuando la chica era apenas una niña a la que cuidaba cuando su amigo lo necesitara. Su mano cayó en la cabeza de la castaña y la acarició con una pequeña sonrisa.

—No sabía que fueras sentimental hermano —Kol estaba apoyado en el marco de la puerta cuando vio el pequeño gesto de cariño hacia la chica de ojos verdes.

—Lo soy con las personas que me agradan —el rubio sonrió falsamente.

—Auch —dramatizó el original con una mano en su pecho, aunque no lo hubiera notado, eso le dolió un poco —Debo suponer que estuvo hablando toda la noche contigo mientras mi cuello sanaba —mencionó, sentándose en el sillón frente al híbrido.

—Debíamos ponernos al día.

—Los Gilbert son unos desgraciados —atacó el original —Le quitaron su infancia y construyeron su arma.

—No debí dejarla en este lugar, solo sentía que si Oliver me lo pedía era porque estaba seguro de que era lo mejor para ella. Además, mis razones no son de tu incumbencia —Klaus se arrepintió de su pequeño momento de debilidad y volvió a mirarlo con seriedad —No dejaré que Thea vuelva a involucrarse con Elena Gilbert más de lo necesario.

Kol se rió y lo miró a punto de pedir algo. Klaus hizo un gesto con su mano para que le dijera que quería —Cuando la doppelgänger tenga un legado que dejarte ¿Me dejarías matarla? —pidió, sonriendo como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Claro, por que no —volvió a centrarse en su libro para cuando Rebekah llegó.

—Vaya, vaya, vaya. Ya era hora —habló un sonriente Kol, impidiéndole el camino a su hermana.

—Apártate de mi camino Kol —advirtió, con una mueca de fastidio.

Thea se despertó de un sobresalto, asustando a Klaus y Kol, Rebekah no entendía nada.

La castaña miró a sus alrededores para ubicarse y suspiró al hacerlo.

—¿Te sientes bien? —le preguntó Klaus en un susurro apenas audible.

Thea asintió, pasando su mano entre sus cabellos castaños —Si, es solo... nada. Estoy bien.

—Estoy aburrido —suspiró Kol mientras se lanzaba al sillón —Nuestra hermana es una zorra —ambas mujeres presentes lo miraron mal —Pero al menos se divierte. Yo también quiero.

𝙷𝚞𝚗𝚝𝚛𝚎𝚜𝚜 | 𝙺𝚘𝚕 𝙼𝚒𝚔𝚊𝚎𝚕𝚜𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora