SECUESTRADA

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Desperté con un dolor horrible en las costillas casi sin aire, lo único que podía es gimotear, puede visualizar que me encontraba en un pequeño cuarto sin luz más que el reflejo de la ventana, la cama era chica y llena de polvo, el cuarto estaba helado tenía prácticamente congelados los pies, cuando hice por levantarme vi que mis manos estaban fuertemente atados con un lazo , hacia atrás, podria jurar que estaban casi moradas.



- Esos malditos no solo me rompieron las costillas si no que quieren que pierda los brazos. seguí gimoteando mientras se escurrían mis lagrimas ya que al tener las costillas rotas sin recibir tratamiento causaba un dolor ensordecedor


Por el momento no puedo escapar, solo soy un simple humano, aunque mi resistencia fuera fuerte, no podía con dos costillas rotas, una pierna herida y cortadas y golpes. – tal vez debería de aceptar mi muerte...


Cerré lo ojos intentando dormirme para que al menos así cesara un poco el dolor, pero lo dudaba. Paso aproximadamente una hora y no podía conciliar el sueño, el dolor de los huesos rotos el frío, a la vez el ya no sentir mis brazos me estaba matando.


Claramente no podía pararme ni si quiera respirar, pero me negaba a morir en ese lugar asqueroso, me negaba a verme débil y ser sometida por hombres idiotas, me negaba a que mi padre pensara que era basura, y sobre todo quería vivir un poco más.


Como pude me levante con dolor cojeando hacia la puerta, respire tan hondo lista para darle la patada más fuerte a la puerta y tal vez romperla, cuando lance mi patada sentí que todas mis entrañas se fueron junto con mi esfuerzo, me sorprendí que no solo rompí la puerta si no que hice volar a alguien más.


Cuando mi vista pudo enfocar al que hice volar fue a sanzu junto con la puerta, parpadee incrédula, lo siguiente que escuche fue esa risa suave y aterciopelada subí mi mirada era el tipo de trenzas que veía a sanzu burlesco.


- Maldita perra, te voy a matar. – grito grotescamente sanzu.


Yo solo lo podía ver, ideando como escapar otra vez, se me nublaba la vista, mis piernas flagelaban , el chico de trezas me dedico una mirada esperando mi reacción, cuando sanzu se me echo encima solo miraba girando la cabeza curioso como si estuviera viendo un maldito espectáculo.


Sanzu me tomo de mi cabello jalándolo hasta atrás y pisando mis piernas.


- Te duele maldita... sonrió divertido


Le escupí en respuesta


Piso mis costillas y solo grite en el proceso, no podía más, al menos si voy a morir no va ser llorando, aunque sabia que la muerte iba a llegar a mi de manera temprana no esperaba que tan rápido, sonreí en el proceso.


- ¡Jodete maldito bastardo volví a escupir !.


Cuando sanzu estaba dispuesto a matarme, la voz del chico de trenzas sonó fuerte y amenázate


cazame o devorame. (Ran Haitani y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora