Nieve

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El gran comedor estaba lleno hasta los bordes, era viernes otra vez, había nieve fuera del castillo, los adolescentes que estaban libres se sintieron renovados al ver el blanco paisaje. Había algunos, como Severus, que no gustaban mucho de esta temporada, por el abrasador frío que calaba hasta los huesos; mientras que otros simplemente daban rienda suelta y jugaban una guerrilla improvisada de bolas de nieve o armaban un muñeco de nieve. También habían otros que solo admiraban el paisaje desde las torres, puentes y detrás de los ventanales. Cada persona tan distinta...

Las clases del día estaban en pausa para algunos, otros ya habían terminado, pero era para todos como si el tiempo se hubiese detenido para dar paso a un pequeño descanso, un momento de alivio temporal y alegría.

Sirius caminó por los pasillos con nostalgia, pero de pronto sonrió. Corriendo se lanzó hacia un estudiante.

— Moooony! —  Gritó mientras derribaba a su amigo 

— P-Padfoot — El joven licántropo trató con todo su ser el equilibrarse  

— Y... ¿Deberíamos salir a dar un paseo? No te veo muy feliz últimamente — profirió mientras sonreía con picardía. 

Observando de soslayo, Sirius notó que un grupo de tres estudiantes se acercaban mientras doblaban una de las esquinas hacia ese largo pasillo. Los brazos que rodeaban el delgado cuello del castaño se movieron con lentitud. Sirius se movió al costado de Remus mientras rodeaba su cintura con el brazo derecho y dijo con lentitud — ¿O es que no quieres chocolates? 

Remus se erizó por la cercanía de la voz y tartamudeó — N-No en que no quiera, es que... — en ese momento sintió una mano coqueta deslizarse y apretar su cintura, haciendo círculos con su pulgar, sus mejillas comenzaron a quemar — n-NO SE PUEDE, ves, NO PODEMOS, tu.. — Esa mano escurridiza logró alzar su camisa, al entrar en contacto con su piel Remus se dio cuenta que estaba helada — ¡TU NO PUEDES! — Alzó la voz sin querer, tenía los puños aferrados a su ropa, los ojos cerrados y las mejillas coloradas, culpaba a su estúpido lobo sensible al contacto y al excesivo coqueteo del mayor de los Black. 

Una carcajada estalló en ese pasillo, — me tomaré eso como un sí — Sirius se burló de la vergüenza del otro y algunas tosecillas también se escucharon; entonces y solo entonces Remus abrió los ojos para darse cuenta de que habían otras tres personas en ese pasillo.

— A- A ¡Sirius! — Regañó con el rostro completamente encendido y luego huyó del lugar.

Sirius se quedó de pie, con su mano izquierda apoyada en sus caderas, aún riendo un poco, cuando el sonido de su risa cesó, inclinó ligeramente el rostro, mirando de lado a los otros tres. De pronto una sonrisa se proyectó en su rostro, una sonrisa asimétrica llena de burla.

 Severus se encogió en su sitio, apretando con fuerza los libros en sus manos, mientras la culpa acompañaba la sensación de calor, en el otro extremo Regulus mantuvo una expresión fría, pero la expresión de Lucius era demasiado ácida y la más notoria, al estar el mayor en el centro.

— ¿Sucede algo? —  Sirius encaró — No es habitual en ustedes, el detenerse de pronto y observar las interacciones ajenas ¿O sí? — Esbozó una sonrisa nuevamente, su mirada estaba clavada en Lucius. 

Y sin esperar respuesta alguna se giró en la misma dirección por la que había huido Remus.

— Incómodo — Severus profirió antes de continuar caminando.

— — — — — — — — — —

Remus no huyó lejos, de hecho, estaba de pie junto a la puerta principal, miraba a lo lejos la vasta extensión del bosque prohibido, oscuro y enigmático. Incluso cuando su amigo llegó a su lado, ambos permanecieron en silencio. Sirius comenzó la marcha y Remus le siguió en silencio. 

La libreta de un merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora