Lucius caminaba de manera rápida pero elegante por los pasillos rumbo a el baño de prefectos, necesitaba su ducha matutina con suma urgencia, como cada mañana.
Habiendo entrado en un periodo de molestia la noche de ayer, lo que mejor le venía ahora mismo era una relajante y reparadora ducha.
Recorriendo el camino de memoria y por inercia, Lucius llegó a la estatua de Boris el desconcertado. Y pasando unas pocas puertas ya se encontraba frente al dichoso lugar.
Apenas al entrar, los oídos se Lucius fueron inundados por un par de risas que, supuso, sonaban más estruendosas debido al agua. Pero que gracias a su estado de ánimo eran igual de molestas y desquiciantes como el chirriar de unos arañazos contra una pizarra.
No se tomó la molestia de ver quien o quienes provocaban tales ruidos y simplemente entró a un cubículo para comenzar a desvestirse.
— ... en cada una de ellas. En cualquier caso; ayer fui arrastrado, pisoteado y dejado atrás. Yo diría que fue solo un error, no pensé que llovería cuando estaba inconsciente. — Una primera voz terminó su relato y una segunda, comenzó a hablar.
— Pensé que había sido grave, ha sido una preocupación insulsa. Pudiste ahorrarme muchas horas de — La segunda voz sonaba más calmada y baja que la primera, quien sea que estuviera dentro aún no se había percatado de su presencia.
— Tienes las manos más mágicas del mundo entero, Rems — ante la mención, Lucius se estremeció levemente. La primera voz parecía más relajada que antes, también soltaba pequeños quejidos de vez en cuando. Pero Lucius decidió ignorar todo olímpicamente y enrollando una toalla en sus caderas salió del cubículo para entrar a el cuarto de baño.
— No son mágicas, solo.. — Un castaño quedó sorprendido y calló automáticamente cuando el rubio apareció. Un rubor se extendió por sus mejillas y rápidamente desvió la mirada.
— Mmn... Vaya sorpresa~ — Ojos grises chocaron contra el mar helado que eran las pupilas de Lucius — ¿Su majestad va a tomar un baño? — Una sonrisa ladina por parte de el mayor de los Black y una mirada avergonzada y nerviosa por parte de Remus. Lucius frunció el ceño, se suponía que ese era el baño de prefectos, el Black no tendría por qué estar allí.
Sin decir nada, Lucius se sumergió en el lado opuesto de la gran bañera. Un gran silencio invadió el baño de prefectos por un largo y tortuoso minuto.
Un minuto que Malfoy aprovechó para observar a los otros dos muchachos. La piel de Remus, aunque tersa, era surcada por muchas cicatrices, sus manos temblaban levemente al igual que todo su cuerpo; mientras que Black tenía los ojos cerrados y esa pequeña sonrisa burlona que comenzaba a colmar la paciencia del rubio.
¿Qué le causaba tanta gracia? El ceño de Lucius se frunció aún más.
— Como sigas haciendo eso, tu cara se pondrá tan fea y arrugada al punto que ninguna chica querrá acercarse~ — Sirius movía la mano de un lado a otro reprochando la mueca y mantenía su acostumbrada sonrisa traviesa. Ante la situación Remus negó entre divertido y molesto; y retirando una mano y dió un manotazo directo a la nuca del azabache.
— Silencio, como sigas diciendo sandeces me detendré — Remus continuó con su tarea, aún no entendía cómo era posible que los hombros de su amigo pudieran estar tan tensos.
— Moony~ eres tan cruel~ — El rubio observaba todo desde la otra esquina, los berrinches que hacía el azabache le parecían infantiles y nada menos que repugnantes para lo que representaba Black. El que Sirius llevara ese apellido le parecía una completa burla.
Lucius le conoció cuando el otro era un niño, su primer encuentro fue en una fiesta a la que muchas familias, de sangre pura, asistieron. En ese entonces Regulus se había tropezado haciéndose una herida en la rodilla, él encontró al niño llorando en el patio y cuando iba a acercarse para ayudar, Sirius llegó corriendo con un elfo tras de él. El trato amable que aquel pequeño le brindaba a el elfo, provocó que muchas familias le criticaran, pero como si nada hubiera ocurrido ambos niños y el elfo desaparecieron.
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La libreta de un merodeador
FanfictionCaminando por los pasillos Severus se encuentra una libreta y aunque esta no tiene el nombre del dueño, él decide recogerla.