Severus despertó abruptamente ¿Qué hora era?
Bueno, tampoco era como si le importara mucho.
Se sentó en su cama, estaba cansado sí. Pero no había visto al mayor de los Black ese día y no, ese imbécil no le preocupaba, solo... solo quería preguntar algo.
¡Pero claro que no podía! El pelinegro elevó su mano y golpeó su frente con algo de fuerza.
Se suponía que él no tenía esa libreta, es más, se supone que nisiquiera sabía que existía ¿Entonces cómo podría justificar sus preguntas?
La única opción que tenía era continuar leyendo y... ¿devolver el libro cuanto antes?
Bueno, tampoco estaba seguro acerca de ello.
Pensó en algunas posibilidades y preguntas, la principal era la razón por la que Black no había buscado la libreta aún ¿Se suponía que era importante no?
Recordando la libreta, Severus estiró un poco su cuerpo y abrió el primer cajón de la pequeña mesa de noche. Una libreta de color madera oscura y con bordados en hilo de color oro descansaba allí.
- Lumos - el pelinegro susurró y una luz se encendió en la punta de su varita. Con sus dedos pasó delicadamente hoja por hoja hasta llegar a la quinta.
La hoja, algo amarillenta, contenía en su interior la estilizada y casi perfecta letra de Sirius Black. Como en el resto de hojas, el texto estaba en cursiva y escrito con tinta negra... Por algún motivo... Severus se sentía un invasor.
Querido Reg... Te extraño.
Ese inicio sorprendió a Severus. En las hojas anteriores Sirius jamás había empezado de ese modo, eso lo desconcertó un poco.
Ya casi es hora de volver, de alguna manera logré evadir el ir a casa en las vacaciones navideñas... Pero ahora no puedo hacerlo.
En otra habitación un muchacho de cabellos azabaches comenzó a sudar, se retorcía levemente, por su mente pasaron recuerdos... recuerdos que le pertenecían y a la vez no. Recuerdos que había comenzado a tener desde hacía poco tiempo, recuerdos que bien podían ser llamados pesadillas.
Recordaba desde su infancia hasta el día de su muerte ¿Cómo podía ser eso posible? Él no lo entendía, pero no por ello podría dejar de ver esos tan lejanos y ajenos, pero que a la vez no lo eran.
En este año aprendí muchas cosas. Tuve amigos, tuve buenos recuerdos, me divertí y aprendí.
El joven de cabellos azabaches comenzó a agitarse aún más, el recuerdo más vívido era ese.
Ese en el que James estaba en el suelo de una derrumbada casa. Habían signos de batalla, y al subir encontraba otro cadáver en la habitación del niño, un hermoso niño de cabellos azabaches tan alborotados como los de su padre y de unos ojos tan verdes y lindos como los de su madre. Incluso estando en la sala de aquel hogar no podía evitar el derrumbarse al lado de él, su hermano. Gritó, lloró y gimoteó en ese lugar, sintió su garganta herida pero eso no lo detuvo. Gritaba y pedía que todo aquello no fuera cierto, y no solo lo hacía en su pesadilla.
Aprendí o más bien descubrí que Remus desaparece cada tanto, no sabemos porqué y eso nos preocupa un poco.
Remus sacudía el cuerpo de su amigo con fuerza mientras que la señora Pomfrey le revisaba, pero no importaba qué Sirius no despertaba, contrario a eso, lloraba y gritaba que todo se detuviera, "Esto no está pasando" y "Nada de esto es real" era lo que más repetía.
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La libreta de un merodeador
FanfictionCaminando por los pasillos Severus se encuentra una libreta y aunque esta no tiene el nombre del dueño, él decide recogerla.