— No lo estás intentando — Remus masajeó sus sienes suavemente.
Hablar con Sirius era agotador en más de un sentido, siempre había esa... no lo sabía definir, ¿era indiferencia? También había bastante desinterés, y ese comportamiento infantil que adoptaba, le ponían el mundo de pies a cabeza.
El contrario tenía esa aura tan... para empezar, estaban en la sala común de Gryffindor, la verdad es que se suponía que estudiaban (muy al pesar de Sirius) pero el azabache no lo hacía realmente.
Después del incidente que hubo entre el Slytherin y su mejor amigo, el ojimiel decidió mantener un perfil bajo hasta hacerse una idea de cuál era la situación actual, debía analizar el comportamiento de Sirius y si podía, incluso obtener algo de información de él.
No es que le haya parecido raro, sino mas bien RARÍSIMO, conocía a Sirius (o al menos pensaba que lo hacía) y sabía que esa no fue una conducta que pueda considerarse normal en él.
Ahora bien, luego de aquello, Sirius no le mencionó lo que pasó y tampoco le preguntó la razón por la que llegó después de él al gran comedor, aún cuando partió antes. Sirius se limitó a aceptar las atropelladas e incoherentes excusas que el licantropo le brindó.
Avanzando en el tiempo, la tarde de ese día no tuvo mucho de especial. Remus y Sirius hablaron un poco en la sala común, especialmente sobre la misteriosa persona que le enviaba cartas al pelinegro, bueno... al menos Remus intentaba obtener información, mientras que el más alto evadía diestramente algunas preguntas a su propia conveniencia; luego fueron al gran comedor a la hora de la cena, Sirius volvió a cubrirse bajo el manto del estoicismo y nuevamente atrajo la atención de cuantos notaron su presencia, algo que abochornó en extremo al de ojos miel.
Remus recordaba nítidamente la cena de la noche pasada...
FLASHBACK
— La cena de hoy... ¿se te antoja algo? — Sirius posó sus iris en las de su mejor amigo mientras ambos descendían rumbo al gran comedor; mientras Remus tuvo la intención de pensarlo un poco, su respuesta involuntaria fue casi inmediata.
— ¡¡Chocolate!! — Elevó un poco su voz, y agitó los brazos mostrando su emoción ante la idea, avanzó dando pequeños saltitos y describiendo su opinión de los distintos sabores de chocolate que conocía. El azabache sonrió levemente mientras escuchaba y notaba la poca distancia que los separaba del gran comedor. Cuando estuvo a nada de responder, su sonrisa se borró y su mirada, antes cálida, se tornó cáustica.
El gris de sus ojos parecía como una gigantesca tormenta de nieve en espera a desatarse, ante el cambio, Remus se estremeció un poco y dirigió su mirada hacia el punto que había cambiado el buen humor de su amigo, lo reconoció al instante e inconcientemente una de sus manos se aferró a la manga vacía de la túnica de Sirius.
— Tsk — Al frente de Sirius se hallaban la persona que más conflicto generaba en y para él.
Regulus miraba a su hermano, sus pupilas se enfocaban en él y su imponente figura, no pudo evitar grabarse su imagen para conservarla y analizarla por un tiempo en su memoria.
La camisa blanca que usaba Sirius tenía los primeros tres botones abiertos, dando una exquisita vista a sus blancuzcas y perfiladas clavículas; en sus caderas el plateado brillo de la hebilla saltaba y brillaba sobre su pantalón de vestir; la túnica se encontraba sobrepuesta en sus hombros y lo hacía ver aún más sensual y apabullante (aplastante, como demasiado sexy??). Regulus no pudo evitar pensar que probablemente esa era una de las primeras veces, después de muchos años, en la que el otro Black vestía decentemente.
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La libreta de un merodeador
FanfictionCaminando por los pasillos Severus se encuentra una libreta y aunque esta no tiene el nombre del dueño, él decide recogerla.