Esto es Berk. Durante generaciones, fue una guerra entre vikingos y dragones. Las batallas se podían describir con una palabra; feroces.
Y un día, todo cambió... Fuí criada por dragones. Toda mi vida he vivido con éstas maravillosas criaturas. Crecí aprendiendo sus secretos, su lenguaje, sus costumbres... Todo.
Regresé a Berk catorce años después, acabando la guerra entre ambas especies, e iniciando una relación con mi mejor amigo de la infancia. Chimuelo y yo les enseñamos que, en lugar de pelear contra ellos, podríamos montarlos, vivir con ellos, e incluso entrenarlos.
Fue un hermoso día. El cielo era agradable, de un azul tan limpio y unas cuantas nubes decorándolo. Jamás se cansaba de aquellas hermosas vistas y volar encima de su dragón para disfrutarlas de mejor manera.
Chimuelo movía sus alas en una gran sincronía en lo que volaban sobre todo Berk hasta llegar al punto de encuentro donde se iban a encontrar con los demás jinetes.
Hicca soltó una risa cuando dieron una vuelta y volaron directamente sobre el océano. Apenas se acostumbraron por completo a su pierna prostética y la nueva cola de Chimuelo, ahora ya no veían eso como una discapacidad o un impedimento, sino algo que los conectaba; ya que por casualidades del destino ellos perdieron las partes izquierdas respectivamente.
Ahora que la paz había sido establecida ellos fueron aceptados por los vikingos, quienes estaban felices de que la legítima heredera haya vuelto a casa. Los adolescentes que la ayudaron a vencer a la Muerte Roja se convirtieron en unos verdaderos jinetes, y establecieron una hermosa amistad junto a sus dragones.
Chimuelo aterrizó en la roca en la que ya se encontraban todos los jinetes montando sus respectivos dragones esperando a su líder.
-De acuerdo, competencia de trucos. ¿Quién empieza?- preguntó Hicca apenas llegó con sus nuevos amigos.
Patán habló de inmediato cortando a Patapez.
-Yo lo haré.- habló flexionando sus brazos y besando a sus inexistentes músculos.
-De hecho, yo creo que-.- Patapez fue cortado otra vez.
-Yo.- habló Patán tan arrogante como siempre. Se señaló a sí mismo y volvió a flexionar sus brazos.
-Bendita Alaeterna...- murmuró Hicca tomando el puente de su nariz y sacándole una risa a Chimuelo.
-Dulce bebé Thor en su nube. ¡VE!- le gritó Astrid con la paciencia en su límite. Hicca aprendió por las malas en su momento que jamás la debían hacer enojar.
Patán solo volteó a verlas con una sonrisa ladina.
-Oh, no te preocupes, iremos. Y cuando lo hagamos, Colmillo y yo encenderemos el cielo en--
No acabó su frase, porque Colmillo, al igual que los demás, se estaba hartando del ego de su jinete.
Colmillo salió disparado al cielo de forma impaciente, haciendo trucos que hacían a Patán gritar de forma nada varonil. Hicca y los demás dragones estaban aguantando las ganas de reír lo mejor que podían, tenían que verse profesionales.
Observaron cómo empezó a volar esquivando las pilas de mar, todavía escuchando los gritos de Patán a pesar de la distancia. Empezó a dar unas vueltas y sumergirse de cabeza en el océano para terminar regresando a la pila de mar en donde estaban todos.
-¡Eso, Colmillo!- Hicca comenzó a aplaudir y hablar con el dragón.
-¿Estoy vivo?- preguntó sin creérselo mientras tocaba su cuerpo en busca de heridas. Al no encontrar ninguna suspiró aliviado, hasta que notó las miradas de los demás sobre él.- Por supuesto que sí.- ahí estaba su ego de nuevo.
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Dragons of Berk
Hayran KurguLa guerra finalizó en Berk. Hicca, después de catorce largos años, finalmente regresó a casa y comenzó a aprender como vivir como una vikinga y ser un dragón al mismo tiempo. Aún así, Hicca y Chimuelo deberán aprender que vivir una vida pacífica jam...