Capítulo 9: ¿Jugamos?

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Inuyasha sintió algo extraño removerse dentro de él cuando vió a ese hombre entrar en el edificio con ella. Parecían cercanos, además la familiaridad con la que trató al gato significó que ese tipo era alguien de confianza.

Frunció las cejas con desconcierto ¿Y si ella tenía novio de verdad? Torciendo la boca se debatía entre marcharse o ver cuánto tiempo estaría ahí ese hombre. Pero no pasó mucho tiempo antes de irse a casa. Ni siquiera entendía porqué estaba persiguiendola en primer lugar, de todas formas la podían encontrar mañana en el trabajo.

Kagome depositó al minino en el suelo, yendo a la alacena para buscar su lata de comida favorita —¿Cómo está Sango?— preguntó al recién llegado, invitándolo a sentarse en el único sofá del lugar, Miroku dejó la mochila que traía consigo a un lado relajandose sobre el mueble.

—Esta bien. Parece que la información de Kohaku fué un poco retrasada pero verdadera. Eso la animó bastante.

La chica sonrió comprensiva, no podía imaginar lo emocionada que estaría su amiga tras ver información reciente de su única familia. Debía mantener la esperanza —Es bueno oírlo— sonrió trayendo un par de latas de refresco —Bien, creo que tenemos una larga noche por delante— entonó abriendo su bebida mientras esta emitía un sonido de gas liberado.

El de ojos púrpura devolvió la sonrisa alcanzando su propio envase. Llegó a su departamento para infiltrarse en las cámaras de vigilancia de los edificios circundantes, mientras sacaba el ordenador de su mochila, Kagome extendió el mapa de su vecindario, ahí estaban marcadas todas las tiendas y puntos clave para ingresar.

Si había algo que apremiaba en este mundo, era el tiempo. El tiempo era esencial cuando se trataba de hacer un movimiento en esta partida de ajedrez. Si Naraku había adelantado la apertura de su tienda, sólo podía volverse incluso más veloz a la hora de vigilarlo. Mientras terminaba de afinar los detalles sobre el mapa, él conectó la señal del ordenador a su teléfono móvil para poder revisar las cámaras en cualquier momento. Sin embargo había algo que necesitaba con más urgencia —Kag. Recuerda que debemos tener el acceso a las cámaras de Iza's ¿Ya pensaste en algo?

Desde que habían investigado la situación dentro de la tienda, sabían que no pudieron acceder a su red de seguridad de forma inalámbrica, tuvieron que hacer una conexión remota para lograr obtener las imágenes de ese punto tan favorable.

—No te preocupes, ya pensé en una manera— sonrió enigmática. La discusión no era solo para sacar de quicio o atraer a Inuyasha, también serviría para muchas otras tareas. 

—¿Cuánto tiempo te tomará?— cuestionó Miroku de forma curiosa.

—Si es muy urgente puedo hacer mi movimiento mañana— afirmó clavando la vista en las múltiples ventanas con imágenes cerca de su lugar de trabajo proyectadas en el ordenador.

—Tendríamos que hacer una conexión remota. Instalar un programa para acceder al ordenador en primer plano. Cuentame ¿Qué harás?

Kagome no era experta en informática como lo era Miroku pero entendía los términos de nivel medio. Instalar un programa podría llevar incluso horas —Planeo estropear su ordenador, así conseguiremos el nombre de sus técnicos de confianza. Luego le envío un virus por correo electrónico y ahí es cuando nos movemos para suplantar al empleado de la empresa para que puedas manipular su ordenador a gusto.

—Eres lista jefa— sonrió. A pesar de que Kagome entró después a la organización de Miroku, este la llamaba jefa por alguna broma que surgió en el trayecto de su amistad —Solo que podemos mejorar este plan.

—¿Cómo?

—Intervenir su teléfono, para desviar la llamada a los técnicos, así no tendrán que enviar a nadie realmente y nos ahorraremos algunos problemas ¿Tienes algún lapso de tiempo en el que te puedas quedar sola en la oficina?

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