Capítulo 21: Tres pensamientos, una mujer.

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—¿Cuánto tiempo va a tomarte terminar?

—Estoy calculando al menos hasta el domingo —respondió Renkotsu de manera honesta mientras tecleaba en el CMD de dos ordenadores.

—¿Tanto?

—Todas las bases de datos deberán ser cambiadas —murmuró Renkotsu. Tenía que cambiar un total de dieciséis discos duros de las computadoras, además de borrar cualquier sedimento de los datos almacenados anteriormente—. No se trata solo de formatear. Mientras exista una manera de rastrear los archivos o confirmar su existencia, no habrá fin para los problemas o investigaciones —. Ante las palabras del ingeniero, el secretario de Naraku no tuvo más opción que regresar con su jefe para informar los avances. Sin embargo, antes de que pudiera marcharse, el de ojos negros lo detuvo con sus palabras—. Por cierto. Dile al señor Sata que probablemente Sarah Kuwashima llegó al país.

El otro hombre se giró levemente, observando de reojo la expresión concentrada del interlocutor. Asintió, finalmente marchándose.

Bankotsu se levantó de su asiento para servir un par de vasos de alcohol, ofreciendo uno a su hermano— ¿Cómo lo sabes? —preguntó balanceado los hielos de su ginebra. Ya era jueves por la noche, dejando al hombre con algunas presiones menos teniendo a su hermano menor encargándose de este asunto.

El aludido dio un generoso trago al cognac delante suyo, confirmando varias veces que el código escrito en la consola fuera el correcto—. Me pareció verla en el aeropuerto. Una mujer alta, de cabello marrón, empujando una maleta costosa —respondió en espera de que la máquina computara los datos ingresados. De todos los personajes a lado de Sata, Renkotsu era el único que tenía una vista más clara de la mujer, pues perdió ante ella en los casinos de Las Vegas algunos miles de dólares.

—De verdad la detestas —sonrió Bankotsu rellenando el vaso de ambos.

—No diría que no. Es una oportunidad perfecta para vengarse —exclamó sonriendo de lado. El código se ejecutó exitosamente continuando con su tarea. Las luces brillaban alrededor del lugar gracias al ventanal, sombreando en su rostro una expresión de suficiencia.

—El señor Sata te lo va a agradecer. Quiere obtener clientes fuertes dentro del casino. Tal vez se convierta en una asociada.

—Es una pena que no pueda enfrentarla en el póker hasta que Onigumo esté en la cárcel. Solo espero que se apure a perderlo todo —gruño arrugando un poco la nariz, como si fuera una molestia esperar tanto—. Por otro lado, me pregunto ¿Ha pasado algo entre el señor Sata y tú? No creo que te ausentaras en el aeropuerto por gusto —intentó sondear los eventos recientes entre su hermano mayor y su jefe. Dependiendo de la situación, iba a elegir entre comentarle los arreglos del sistema de seguridad en Classic Gentleman. No se trataba de una traición a Naraku, era una forma de protegerse también. Nada bueno salió de ponerse en contra el uno con el otro.

Bankotsu paladeó el resto de hielo en su lengua. Se apoyó sobre el escritorio ponderando si debía decirle todo. Desde hacía años había dejado de tocar el tema de Kagome con Renkotsu, porque eran incompatibles en ese asunto. Sin muchas opciones, terminó por confesar—. Estuve atendiendo asuntos de emergencia con él esa noche. No pude ir —. El menor no se tragó el cuento. A punto de preguntar más a fondo, el de cabello largo suspiró—. Está... Molesto. Porque no cooperé con la investigación en el lado de Taisho como le hubiera gustado.

Su oyente alzó una ceja lleno de incredulidad, no era raro verlo desobedecer a veces, pero esto refería a un asunto importante— ¿Por qué?

—Kagome trabaja para él.

Sus palabras enviaron un shock al más joven. Abrió los ojos sin mesura, intentando procesar la información. Todavía incrédulo, se volvió cauteloso cuestionando tras un par de minutos— ¿Higurashi?

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