Capítulo 5: KA-GO-ME

51 6 1
                                    

Al salir, tal como pidió Jakotsu, Kagome le entregó su uniforme —¿Qué se supone que harás?— preguntó dándole la bolsa con ropa.

—Lo ajustaré a tu talla. Te queda mínimo dos números más grande— enfatizó alzando dos dedos mientras sacudía su mano delante de ella.

La de ojos chocolate arrugó el entrecejo con diversion —Pero, de verdad estoy bien con eso— repitió intentando ocultar su deleite. Jugar aquí y allá con él era la mejor manera de cerrar distancia. Unas conversaciones más adelante y podría averiguar todo sobre él.

Al verla negarse con tanta timidez, Jakotsu la encontró adorable, aún así persistió en sus puntos de vista —Pero yo no. Nadie que trabaje en Iza's va a andar zarrapastroso delante mío— se negó metiendo las asas de plástico en su brazo derecho.

—Mi ropa no es vieja ni desgastada— se quejó Kagome en un puchero.

—Entendiste el punto ¿No? Mañana verás como te queda mejor— cortó señalando las prendas —Nos vemos querida, tengo que irme— hablando, besó su mejilla para luego andar hacia el lado izquierdo.

—¿Por qué se supone que le dí mi ropa?— lamentó en voz alta.

—Jakotsu jamás te perdonaría vestir como cargador de bultos— bromeó Koga acomodando sus audífonos de diadema alrededor de su cuello, para su fortuna, Ayame tenía tarea importante por lo que se marchó tan pronto como cerraron —¿Vas a tu estación? Te acompaño— se ofreció con amabilidad. Después de oir los disparates de la pelirroja no pudo evitar una espina de duda. Quería sondear a la joven sobre su opinión de Inuyasha.

Higurashi sintió un poco de alarma tras su sugerencia. No estaba planeando dejarle saber dónde vivía, ni a ningún otro compañero. El punto crucial fué que ella no residía realmente lejos de Iza's, le tomaba caminar dos cuadras para llegar —No, voy a ir por algo al super mercado, así que tomaré este camino— mintió evitando que la siguiera —Hasta mañana Koga— se despidió a toda velocidad sin darle oportunidad de replicar. Cuando estuvo lo suficientemente lejos como para perderse en la multitud, él suspiró chascando la lengua tres veces seguidas.

—Nos vemos Kag— dijo al aire viéndola marchar.

El resto de la semana Inuyasha no se presentó, eso era un alivio y una maldición para Higurashi, no le gustaba verlo, pero no tenía más opción que acercarse a él. Si las cosas seguían de esta manera, tendría que encontrar otra manera de entrar a ese club. No obstante, Inuyasha era la vía más directa y segura, no quería cambiar tan de pronto al plan B.

Así, el fin de semana llegó.

—Kagome— el señor Toga la mandó llamar a su oficina, era el encargado de supervisar la tienda los fines de semana, poniéndola alerta. Se recordó nunca bajar la guardia, sobre todo por trabajar en un lugar donde podría encontrarse literalmente a cualquier persona —Pasa por favor— indicó el mayor cuando tocó su puerta. Ella obedeció tratando de averiguar qué ocurría basada en sus expresiones faciales —Gracias por tu arduo trabajo— felicitó poniendo un sobre de color amarillo sobre el escritorio.

Día de paga.

Por un momento olvidó que estaba ahí como trabajadora y no para Infiltrarse  —Gracias señor Taisho— tomó el sobre entre sus dedos, sintiendo una extraña sensación de vacío.

—A tí, Izayoi me ha contado de lo rápido que te adaptas. No voy a mentirte sobre mis dudas al principio, pero al final parece que conseguimos  a alguien estupenda— elogió de forma sonriente —Espero que continúes así, no me dejes quedar mal con la jefa— bromeó.

La joven rio en respuesta —Gracias a usted por darme la oportunidad, prometo no defraudarlo— dijo entonces con una sonrisa más amplia, una sonrisa que era más un gesto practicado frente al espejo cientos de veces —Con permiso— habló para salir de ahí.

CamouflageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora