•Capítulo 18•

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«Libérame, libéranos

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«Libérame, libéranos...»

—¡SEBASTIAN!—

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—¡SEBASTIAN!—
...

El mayordomo infernal se desvaneció como el aire en un segundo para acudir al llamado del joven conde.

Si se trataba de Ciel no esperaba menos del cuervo, era la respuesta lógica e inevitable, lo correcto; sabía que no podría ocurrir de otra forma y es por eso que por supuesto que para Undertaker cualquier otra alternativa ni siquiera cruzaría su mente, menos aún con el remolino de emociones aún sofocando su cuerpo y su mente.

Claro que, tras las palabras del demonio, no resultaba tarea fácil recuperarse. Lo había sacudido, había sacado a flote en un segundo todo aquello que él había ignorado deliberadamente prácticamente todo el tiempo con el afán de no pensar en las inconsistencias de su propio comportamiento, a pesar de que en el fondo siempre fue consciente de ello, el hecho de que el demonio lo pusiera sobre la mesa así sin más, lo empujaba a tener que enfrentarse a sí mismo y a la amalgama de sentimientos que no sabía poner en orden. Tuvo que frenar sus pensamientos al escuchar un nuevo alarido, entonces él mismo sintió un espasmo de inquietud en el pecho, después de todo aún albergaba un cariño paternal por aquel infante corrompido y dañado por la asquerosa maldad del mundo.

Se irguió lentamente, aún con la mente turbulenta, sin embargo los gritos y el alboroto que se escurría por los pasillos solitarios de la mansión seguían taladrando en sus oídos, deshaciendo su aletargamiento y avivando el sentimiento de preocupación en su interior. Se apresuró acomodando sus ropas, dispuesto a ir a la habitación del aristócrata. Sin embargo, vaciló antes de siquiera salir al pasillo, quedándose helado un instante tras la interrupción de un pensamiento abrupto.

«¿Debería irme?»

Era la oportunidad adecuada de escapar de la situación que él mismo había provocado, seguramente Sebastian tendría todo bajo control pronto. Eso pensó mientras dirigía su mirada a una de las grandes ventanas; no le tomaría más de un minuto y para cuando el demonio siquiera reparase en su ausencia, seguramente ya estaría en la funeraria.

•30 días• [UnderSebas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora