•Capítulo 9•

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«Come what may...»

Desde la lejanía el shinigami de hermosa cabellera carmín captó la figura inconfundible de aquel ardiente mayordomo de la familia Phantomhive, Sebastian Michaelis

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Desde la lejanía el shinigami de hermosa cabellera carmín captó la figura inconfundible de aquel ardiente mayordomo de la familia Phantomhive, Sebastian Michaelis.

Sin embargo había varias cosas anómalas en la cuestión.

Por ejemplo: ¿¡Qué diablos hacía su precioso Sebi-lindo saliendo de esa funeraria a las cinco de la mañana con ese aspecto tan extraño!?

Se le notaba... ¿triste?

¿Acaso había hecho ese tipo de cosas con ese sujeto? El solo hecho de pensar en esta aparentemente (al menos para el) remota posibilidad le hizo hervir la sangre, mirando celosamente cada pequeño movimiento del cuervo hasta que lo vio marcharse, entonces, como de costumbre decidió seguirlo.

▽▼▽

—¡Sebi-lindooo~!—

Como un acto ya meramente instintivo Michaelis rodó los ojos en un gesto de hartazgo tras escuchar la voz aguda y fastidiosa de el ser más desagradable que tenía la desdicha de conocer.

—Grell...— dijo en un bufido cansino y desdeñoso, moviéndose rápidamente de su lugar para evitar ser atrapado por los brazos de la parca escarlata, quien se quejó tras haber estado a nada de estamparse de cara contra el suelo, cosa que tampoco era demasiado rara ya para el, al parecer ninguno de los hombres que lo rodeaban sabía como tratar con delicadeza a una dama como él hoy en día.

Aunque bueno, tratándose de su querido Sebi-lindo, podría perdonar cada golpe, cada insulto, todo, por una noche de pasión.

—Hoy no tengo tiempo para usted, adiós.— su voz hosca en cualquier otra situación solo hubiera motivado aún más al shinigami para seguir adelante con sus insinuaciones y coqueteos que no lograban ser correspondidos en lo más mínimo, pero hoy no, hoy había algo en especial que le perturbaba un poco.

—Mooooh....— se quejó haciendo un mohín casi infantil con sus labios en señal de molestia mientras llevaba una mano a su pecho en un acto exagerado de indignación. —Eres cruel, Sebi-lindooo~ dices eso para mi, sin embargo si que tienes suficiente tiempo para pasarlo con ese sujeto... ¿debería ponerme celoso?—

Su pequeño reclamo por primera vez logró llamar un poco la atención de el demonio cuervo.

"Así que me siguió desde allí, ¿eh?..." Pensó mientras se preguntaba el porqué no había sentido su presencia, normalmente lo hacía pero al parecer esta vez su mente había estado demasiado ocupada.

•30 días• [UnderSebas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora