Una vez que aquel baúl de miseria se perdía a sus espaldas, el mundo que le recibía de vuelta parecía tener un matiz completamente diferente al que dejaba, uno que aparentaba un aire más optimista y que pretendía ser totalmente ajeno a la porquería de aquellos barrios de pecado. Pero nadie mejor que él para saber que no era más que eso, apariencia.
Mientras la suntuosa pomposidad burguesa le envolvía con su ajetreada viveza de carruajes finos y rostros lánguidos llenos de altiva arrogancia, Sebastian dejaba que su mente divagara acerca del caso. Se entretuvo planteando preguntas por resolver, meditando sobre esto o aquello. Debía admitir que la situación le hastiaba más que nunca, pero al menos le permitía mantener la cabeza ocupada casi a tiempo completo en ello. Además, más le valía resignarse y acabar pronto si quería deshacerse del peligro y de la molesta sensación de que todo podría salirse de control en cualquier momento que le sobrevenía cada tanto.
Hasta ahora, no tenía mucha información, pero sí la suficiente para no estar a la deriva; le reconfortaba saber que al menos hoy podría considerarse como un día productivo en lo que a reunir información respecta. Aunque no lo había confirmado aún, estaba prácticamente seguro de que el tal Oliver era parte de todo ese embrollo; no era dado a moverse conforme a la intuición, sino a los hechos. Sin embargo, esta vez ambas cosas apuntaban hacia el mismo sitio.
Aún tenía que averiguar si había más personas implicadas y perfeccionar un plan para detectar algún patrón en sus acciones, lo que le permitiría prevenir el próximo ataque y emboscarlos. Sabía que, aunque se acercaba, todavía estaba lejos del final, y tan solo desearía que aquel demonio no estuviera envuelto en ello. Sin duda alguna, ese sería el verdadero dolor de cabeza cuando llegara el momento.
Cuanto más cerca estaba de la mansión, su entorno se teñía de una gama de color fría que evocaba calma y soledad, acompañado por la noche que estaba por alcanzarle. No obstante, cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo distinguir a la distancia una silueta inconfundible, totalmente quieto delante de la imponente construcción.
Entonces las alertas en su cabeza se encendieron...
▽▼▽
"Tengo miedo... ayúdame..."
—Sebas...tian...— Sus cuerdas vocales apenas vibraron al exhalar las sílabas de su nombre con fuerza menguada y trémula, impregnadas con la intensidad de quien pide auxilio, como un ruego musitado a duras penas con el último aliento. Ni siquiera fue plenamente consciente de ello ni mucho menos pudo reparar en el significado de que la imagen del mayordomo fuese lo único que se presentaba en su cabeza incluso en un momento así... cuando antaño nadie habría aparecido en ese lugar.
Pero su voz lastimera no podría alcanzar los oídos que aclamaba...
La velocidad con la que se sentía ahogarse en su propia angustia y desesperación corría a un ritmo presuroso insoportable mientras que él se sostenía casi sin fuerzas de un fino hilo en el filo de la inconsciencia. El frío penetraba su piel y se regaba en cada rincón de su cuerpo como si mil agujas le pincharan dolorosamente a la vez, pensó que definitivamente nunca había sentido algo parecido, era una sensación helada completamente inusual y que evidentemente se había desencadenado por aquel extraño humo azul.
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•30 días• [UnderSebas]
FanfictionLa premisa es algo sencillo, cliché y hasta gracioso: Ciel descubre a uno de los muchos gatos que Sebastián oculta en su habitación y como castigo decide hacer que el demonio intente conquistar a Undertaker en un plazo de 30 días, su única razón apa...