•Capítulo 2•

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Nuevamente estaba ahí, con un aburrimiento que podía leerse fácilmente en su expresión facial

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Nuevamente estaba ahí, con un aburrimiento que podía leerse fácilmente en su expresión facial. Suspiró de manera discreta de nuevo, estaba sentado sobre uno de los tantos ataúdes mientras observaba a Undertaker realizar sus actividades diarias, habían pasado ya casi veinte minutos desde que no cruzaban palabras, el único contacto que tenían era cuando el shinigami se giraba para mirarlo y este aprovechaba para dedicarle un guiño o algún otro gesto coqueto, ¿qué más podía hacer? No tenía muy claro cómo podía iniciar una plática normal con el albino porque además no ayudaba el que este se mostrara tan renuente a hablar con el.

Apenas era el segundo día y ese asunto ya estaba siendo más tedioso y aburrido de lo que había pensado en un principio, pero de todas maneras no tenía la opción de renunciar así que al menos tenía que dar lo mejor de sí mismo para lograrlo.

Una sonrisa pícara y se levantó de aquel ataúd acercándose al shinigami por la espalda se atrevió a rodear descaradamente la cadera de este con sus brazos colocando su barbilla sobre su hombro emitió un suave quejido.

Esto no logró tomar por sorpresa a Undertaker, quien simplemente le miró de reojo y continuó con lo suyo.

—Me aburro— se quejó con una voz seria que contrastaba con el pequeño puchero en su rostro.

—Vaya... ¿acaso eso debería preocuparme?— preguntó esbozando una sonrisa mientras ladeaba un poco la cabeza para poder mirarlo

—Por supuesto, debería preocuparte puesto que soy tu visita. Un buen anfitrión debe asegurarse de que la estadía de su huésped sea lo más placentera posible— una mirada perversa y fue imposible para Undertaker no ver el evidente doble sentido puesto a propósito en esas palabras, desvió rápidamente la mirada y antes de lograr hallar una respuesta para aquella insinuación sintió la fría nariz del demonio rozar suavemente la pálida piel de su cuello enviando un cosquilleo por su espalda, sus labios se partieron dejando salir un casi imperceptible jadeo debido a la sorpresa y a la sensación de la delicada caricia en esa zona tan sensible, frunció el ceño, el azabache estaba yendo demasiado lejos. Pensó en simplemente apartarlo, pero no, ¿qué podía pasar si probaba a jugar un poco a lo mismo que el?.
Sonrió con malicia antes de girarse, en un movimiento hábil y veloz cambio de lugar con su acompañante demoniaco, acorralándolo contra el escritorio logró ver en su cara una expresión de sorpresa durante algunos segundos, las manos de Sebastian ahora se aferraban con fuerza a su espalda, apretando un poco la tela que la cubría. Mientras tanto las suyas, una estaba descendiendo tranquilamente por su espalda, deteniéndose en la parte baja de esta sin llegar a tocar más allá de eso, mientras que la otra acariciaba suavemente su mejilla, sintiendo la piel tersa en sus yemas se atrevió a deslizarla por el cuello y bajar hasta el pecho sintiendo el cuerpo ajeno tensarse, amplio su sonrisa y como era de esperarse vio la sonrisa de su acompañante ensancharse también, se inclinó un poco para acercar sus rostros sin llegar a unir por completo sus cuerpos.

—Lo lamentó, pero yo no doy esa clase de entretenimiento.— vio el ceño del moreno fruncirse sin eliminar la sonrisa y con la mano que permanecía en su pecho se impulsó para alejarse, empujándolo un poco irremediablemente. —Bueno, tal vez es hora de tomar un descanso. Vamos a comer algo...— dijo en un tono calmado caminando hacia la puerta, por supuesto que era consciente de que el demonio no requería comer pero ya que este estaba tan aburrido y el no estaba dispuesto a seguir soportando sus insinuaciones, salir a comer le pareció una buena opción.

•30 días• [UnderSebas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora