"—¿Antes de que?— preguntó Sebastian con desesperación."
Undertaker apresó suavemente su labio inferior con sus propios dientes y no se dió cuenta de que tanta fuerza estaba usando hasta que notó el sabor metálico de su propia sangre sobre su paladar, ya no quería seguir llorando pero tampoco podía parar. Sus ojos cansados volvieron a repasar las letras que habían sido escritas por el mayordomo esa mañana sobre el pequeño papel ahora ya arrugado y humedecido por sus lágrimas.
"Antes de que te ame tanto, tanto... que me sea imposible dejarte ir, y que si llegase a hacerlo me hagas tanta falta que incluso respirar sea una tortura. Y que con solo verte mi vida sea un poquito mejor. Antes de que te ame tanto que no sepa como manejar tu rechazo. Y por eso, antes de que ocurra será mejor que tú también seas solo un buen recuerdo, un nuevo tesoro del pasado. Nada más." Pensó con tristeza en aquella respuesta que no se atrevería a confesar nunca al elegante mayordomo de cabellera azabache.
Y ahí en la espesura de su amarga soledad, la luna fue la única testigo silenciosa de sus lágrimas, de sus dudas y de sus lamentos.
Y para cuando llegó la mañana estaba desecho, ya ni siquiera podía llorar pero de vez en cuando los sollozos aún se escabullían de sus labios, su cabeza punzaba y sinceramente ya no podía ni pensar con claridad, parecía estar semi muerto, y ahora más que nunca deseó que Sebastian no se apareciera por ahí, no debía verlo así.
Y no lo hizo, Sebastian no estuvo ahí ese día, ni el siguiente, ni el siguiente.
Poco a poco Undertaker retomó la normalidad de la rutina que solía llevar antes de que el demonio se inmiscuyera en su vida, pero aún así de vez en cuando se hallaba a si mismo mirando la hora con frecuencia, esperándole.
Pero Sebastian no llegó. Ni ese día ni el resto de la semana.
Y por un momento Undertaker creyó que no volvería más, e inevitablemente se sintió un poco decepcionado.
Pero Sebastian aún tenía una misión por cumplir.
▽▼▽
Lunes. [7:19 p.m.]
Había tenido que ir al cementerio para enterrar a alguien y ahora mismo tomaba el camino rutinario con destino a la funeraria, con un aspecto cansado e indiferente.
Llegó dispuesto a seguir con sus planes para el día pero antes de abrir la puerta algo le llamó la atención; sobre la perilla yacía un tulipán de color blanco atado con un listón delgado y con una pequeña nota atada al tallo. Lo miró extrañado y luego lo desató con delicadeza para tomarlo y examinar la nota. Tras leerla rápidamente su corazón dio un vuelco y sintió un suave cosquilleo estremecer su cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
•30 días• [UnderSebas]
Hayran KurguLa premisa es algo sencillo, cliché y hasta gracioso: Ciel descubre a uno de los muchos gatos que Sebastián oculta en su habitación y como castigo decide hacer que el demonio intente conquistar a Undertaker en un plazo de 30 días, su única razón apa...