•Capítulo 5•

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—Tengamos una cita

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—Tengamos una cita.—

Eso es lo que había dicho hace un par de días el mayordomo de orbes escarlata; en ese momento Undertaker se encontraba casi terminando de realizar una autopsia mientras que él se encontraba cocinando la cena.

—¿Ahora?— preguntó dando una mirada fugaz en dirección a la cocina, aunque no podía ver al contrario.

—No, el jueves—

—Tengo un compromiso.—

—No importa. No te tomará todo el día ¿o si?—

—Solo unas horas.—

—Entonces pasó por ti y de ahí nos vamos a cenar.—

La conversación finalizó con un "Bien" por parte de Undertaker, aunque durante la cena acordaron unos pocos detalles para que su cita fuera "perfecta".

Es así que llegamos a la actualidad, jueves, 5:46 de la tarde, Undertaker estaba en el cementerio, acababa de enterrar el cuerpo de una joven muchacha; y dentro de unos minutos tendría que enterrar a otra persona. El día era muy tranquilo, levemente nublado y con una brisa bastante fresca, tal vez no era el mejor clima pero tenía su encanto, aunque el shinigami estaría mintiendo si decía que se encontraba completamente al cien, no, estaba cansado, y era obvio, desde más de nueve días su sueño era un asco, pero había empeorado desde la noche en que cedió a sus impulsos con Sebastian, desde ese día su cerebro no le permitía descansar, cuando no lo agitaban los sueños lascivos (que no le enorgullecía tener, por cierto), le atormentaban los recuerdos hasta altas horas de la noche, era entonces cuando el cansancio era tal que su cuerpo simplemente ya no podía mantenerse despierto e involuntariamente sucumbía ante los brazos de Morfeo. Las ojeras marcadas debajo de sus ojos eran prueba de todo esto.

Suspiró y le pegó un mordisco a una de sus ya habituales galletas con forma de hueso.

Realmente no es que ese día fuese particularmente especial, es decir, tendrían una cita, pero no sería la primera y probablemente tampoco la última; sin embargo era la primera en la cual habían dejado en claro que se trataba de eso, una cita. Y si, eso ya era suficiente para alterarle por completo los nervios.

Recargó su espalda en el tronco de un gran árbol y cerró sus ojos por un instante, aspirando la tranquilidad que podía respirarse en el ambiente, sintió la suave y fría brisa agitar sutilmente sus finos cabellos plateados, disfrutando la agradable y relajante sensación que esta le generaba.

Su estado de ánimo últimamente había estado decayendo, la verdad es que cada vez se sentía más y más hundido y ya dejando de lado el antes mencionado cansancio físico que resentía debido a sus noches de insomnio. Su mente ya estaba agotada de darle vueltas al mismo asunto una y otra vez, y de sentirse cada vez más arrepentido de haber aceptado la propuesta de ser cortejado por el demonio, había sido estúpido e impulsivo, pero ahora que había tenido tiempo de sobra para pensarlo con la cabeza fría, estaba más que convencido de que la única verdad era que las intenciones de Sebastian eran solo aprovecharse de él de alguna forma que desconocía; tal vez le parecía algo divertido "someter" de esa manera a alguien de su especie, y tontamente él se había dejado envolver fácilmente solo porque le había parecido divertido e interesante, y lo era, pero cuando el juego terminara sabía que dolería. Por eso finalmente había tomado la decisión de guardar su distancia, para evitar seguir desarrollando sentimientos por Michaelis, sin embargo era muy difícil, y la prueba es que ahí estaba, a punto de tener una cita.
"Bien hecho, seguro que así logras apartarte..." se dijo a sí mismo de manera irónica y suspiró con pesadez.

•30 días• [UnderSebas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora