•Capítulo 16•

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«La noche cae y mi deseo no se vuelve realidad...»

Un suspiro se esfuma de sus labios rompiendo el silencio y sus rubíes parecen ser devorados por la espesura ónix de sus pestañas al ceder sus párpados cansados

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Un suspiro se esfuma de sus labios rompiendo el silencio y sus rubíes parecen ser devorados por la espesura ónix de sus pestañas al ceder sus párpados cansados. Hunde un momento su cara en la suavidad de la almohada de plumas y siente en su piel la humedad que guarda la tela blanca debido al sudor que ha absorbido de sus cuerpos durante la noche. Debería levantarse, de hecho debería irse ya; desde que el último orgasmo que les había invadido pasó y sus cuerpos comenzaron a enfriarse, Undertaker prácticamente había salido volando de la habitación; hacía dos horas ya de esto y aún no había vuelto; aún estaba en el departamento, podía sentirlo, sin embargo ni siquiera podía oírlo, seguro estaba esperando a que él se fuera... Pero, sentía que no podía moverse siquiera, como si su cuerpo entero estuviera hecho de plomo o estuviera siendo absorbido por el colchón, además, le dolía cada parte de su interior, era extraño, porque le ardía la garganta y tenía muchas ganas de llorar pero no podía hacerlo, sonrió, era curioso como comenzaba a familiarizarse con ese tipo de sentimientos y sensaciones. Estaba cansado, pero no era su cuerpo, era su mente la que quería tomarse un maldito respiro.

Se levantó con lentitud, sentándose sobre sus rodillas, al hacerlo sintió los fluidos de la parca deslizándose fuera de su cuerpo y sus mejillas se encendieron, necesitaba limpiarse. La sensación hace que su piel vuelva a sentirse sensible, erizándose, sin embargo lo ignora. Su mente continúa divagando en el silencio y poco después se pone en blanco.

Pasan un par de minutos hasta que el silencio de muerte comienza a calarle y vuelve a la realidad, entonces siente la presencia de la parca y voltea para encontrarlo junto a la puerta; está bebiendo de un vaso con agua, lleva sólo un pantalón holgado oscuro y luce como si quisiera ser tragado por las sombras para huir de su mirada escarlata.

—¿Quieres...?—

Su voz lo trae de vuelta nuevamente, niega y entonces vuelven a sumergirse en ese silencio profundo. Undertaker deja el vaso medio vacío sobre el mueble y se acerca con tranquilidad a la cama; titubea pero finalmente se sienta a su lado. Ninguno se mira y la incomodidad flota alrededor de ellos, mas la cabeza del cegador no tarda en dispersarse en sus pensamientos.

Sebastian está intranquilo, inquieto, tenso; con sus manos nerviosas acomoda las sábanas intentando cubrir lo más que puede su casi completa desnudez y después, finalmente se atreve a mirarlo.

Pero Undertaker no está mirándolo, ni a él ni a nada en realidad, su mirada está perdida y su cuerpo inmóvil al otro extremo de la cama parece reposar con total neutralidad. Sebastian lo observa y vuelve a perderse en su belleza, repasa por milésima vez la piel tersa de sus brazos, que brilla y se tiñe dorada bajo el tenue halo luminoso de las velas que están en la mesita de noche, se detiene en las cuatro perforaciones que él mismo hizo hace unas horas con sus garras en los pálidos antebrazos y se siente mal porque parecen profundas y dolorosas, incluso ahora aún están rodeadas de sangre seca y la piel alrededor cada vez está más amoratada e inflamada. Eleva su mirada y logra distraerse de la culpa; no se reprime de continuar adorándolo. Piensa en lo mucho que le gusta su cabello corto y quiere decírselo, pero no lo hace, sabe que no puede hacerlo.

•30 días• [UnderSebas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora