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Maratón

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Maratón

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Cuando decidieron ya irse fue Lia la primera en salir del río e ir por una toalla. Pero cuando descolgó la toalla del árbol detrás de ella había un enorme lobo que le gruño mostrando sus enormes dientes, las tres chicas gritaron asustadas Amelia dio dos pasos hacia atrás con miedo, vio que detrás de aquel lobo ocultos entre los matorrales había una manada completa, sus ojos viajaban rápido a sus dagas que colgaban del árbol pensó que si se atrevía a ir por ellas tal vez podía hacer algo.

Tomó valentía y corrió hacia ellas pero la bestia rápidamente se interpuso ladrándole ferozmente, Amelia asustada volvió a retroceder temblando.

-Por favor no traten de huir, estamos cansados y preferiríamos matarlas ya- le dijo el lobo que parecía el alfa. Amelia le tiró la toalla al lobo que estaba bloqueando su camino a sus armas y corrió hacia ellas mientras Susan se dirigía rápidamente a su cuerno.

Lía sabía que el lobo más grande la seguía a ella así que rápidamente tomó una de sus dagas y giro encontrándose con la bestia saltando hacia ella hizo que está lo rasgara a lo que el soltó un aullido cayendo a su lado, como pudo Amelia se puso de pie pero el animal clavo sus zarpas en su pierna, la chica grito adolorida pero volvió a clavar una de sus dagas en la pata del animal con agresividad, el lobo salto de dolor y la chica al fin escapó de sus garras y corrió junto a Lucy hacia un árbol donde Susan ya se encontraba arriba, la mayor ayudó a su hermana a subir y luego Amelia saltó a la primera rama del árbol y comenzó a balancearse hasta ya estar arriba de ella, aún que no logró mover más su pierna por el dolor de la herida que comenzaba a sangrar.

Peter estaba al otro lado del campamento charlando con Aslan pacíficamente con su vista en el castillo de cair Paravel, pero un extraño ruido despertó repentinamente el silencio. Fue parecido a un toque de clarín, pero más sonoro.

-Es el cuerno de tu hermana- indicó Aslan a Peter en voz baja; su voz que hasta ese momento había sido pacífica ahora parecía alarmado.

Por un momento Peter no comprendió. Luego, al ver que todas las otras criaturas se lanzaban al frente y oír que Aslan decía con un movimiento de su zarpa -¡Atrás! Dejen que el príncipe dé pruebas de sus aptitudes- comprendió, y salió corriendo tan de prisa como pudo en dirección a la orilla del rio; una vez allí contempló un espectáculo horrible.

A sus dos hermanas en la punta de un árbol gritando por ayuda y a Amelia que no había conseguido subir más arriba de la segunda rama grande, y una de sus piernas colgaba de modo que el pie quedaba apenas a unos centímetros de los chasqueantes dientes. Peter se preguntó cómo era que no subía más o al menos se sujetaba mejor; entonces comprendió que estaba herida y de la pierna que colgaba corría sangre, entonces entendió que aquella bestia la había rasguñado y si se llegaba a mover se desmayaría y caería al suelo.

En un principio Peter creyó que aquella criatura se trataba de un oso; luego vio que tenía aspecto de algún pastor alemán, aunque era excesivamente grande para ser un perro. Comprendió entonces que se trataba de un lobo; un lobo erguido sobre las patas traseras, con las patas delanteras apoyadas sobre el tronco del árbol, que lanzaba mordiscos y gruñidos, y con todo el pelaje del lomo erizado.

Peter no se consideraba valiente; en realidad, en aquella situación sintió como si estuviera a punto de marearse. Pero no podía permitir que eso afectara a lo que debía hacer. Se abalanzó hacia el monstruo y se dispuso a asestarle una cuchillada en el costado. El golpe jamás tocó al lobo que, veloz como un rayo, giró con ojos llameantes, y las fauces abiertas de par en par en un aullido de rabia. El lobo salto hacia el joven pero Peter apenas reaccionando hundió la espada con todas sus fuerzas en el pecho de la criatura justo en su corazón.

Peter débil cayó al piso con la criatura aún sobre el sostenida por su espada que ya la había atravesado

A continuación se produjo un horrible momento de confusión, como si se tratara de una pesadilla. Él rubio tiro de la espada hacia su lado para no tener que soportar el peso de la bestia sobre él, el lobo no parecía ni vivo ni muerto, entonces tiro y estiro de su espada esperando separarla de la bestia. Al cabo de un instante descubrió que el monstruo yacía muerto, que él había extraído la espada del cuerpo, Peter incorporándose se limpiaba el sudor del rostro y los ojos. Se sentía totalmente agotado.

Luego, transcurrido unos minutos, las tres chicas bajaron del árbol Amelia con dificultad se mantenía de pie con el dolor en su pierna que la impedía caminar normalmente. Tanto ella como Peter estaban temblorosos, Amelia como pudo se acercó hasta el mayor y saltó a sus brazos llorando temerosa, este la sostenía con fuerza, pensaba que si la llegaba a soltar está se quebraría.

-Gracias, gracias Pet- sollozaba Lía sobre el hombro del chico, este sólo le dio un beso en la cabeza protectoramente; Susan y Lucy corrieron hasta unirse al abrazo.

-¡Rápido! ¡Rápido!- gritó la voz de Aslan -¡Centauros! ¡Águilas! Los otros lobos se fueron por los matorrales. Tras ellos todos. Ésta es nuestra oportunidad de encontrar a la bruja y rescatar a Edmun- Y al instante, un pequeño grupo empezó a galopar y batir las alas, más o menos una docena de las criaturas más veloces desapareció en la creciente oscuridad. Peter, todavía sin aliento, se volvió y vio a Aslan muy cerca de él.

-Has olvidado limpiar la espada- indicó éste. Era cierto. El niño se sonrojó cuando contempló la reluciente hoja y vio que estaba toda manchada con el pelaje y la sangre del lobo. Se inclinó y la limpió con la hierba, y a continuación la secó con la chaqueta. -Arrodíllate, hijo de Adán- dijo Aslan; y cuando Peter lo hubo hecho, Aslan poso una pata en su hombro -Te nombro, sir Peter, pesadilla de los Lobos. Caballero de Narnia. Y suceda lo que suceda, jamás olvides limpiar tu espada- dijo solemne con una mirada de orgullo en el rubio.

Después de eso el León se giró a Amelia y sus ojos se volvieron en preocupación. La chica se quejaba mientras Susan revisaba su pierna. Lucy con curiosidad miraba su frasco con flor de fuego, pensando si en verdad funcionará. Entonces la pequeña Lucy miro a Aslan casi pidiéndole permiso a lo que este pareciendo que leía sus pensamientos asintió. Rápidamente Lucy corrió hasta la castaña ofreciéndole del frasco.

-¿Que? ¿Que? Lucy ahora no tengo sed, Gracias- dijo entre quejidos sin entender que quería la menor.

-No, Amelia bebe, tienes que beber- confundida Lía tomó unas gotas del elixir sintiendo una frescura repentina bajar por su garganta, como si no hubiera tomado agua en meses y de repente probara el agua más refrescante del mundo. Esa sensación recorrió su cuerpo desde su garganta hasta su pierna que poco a poco se curaba sola, sólo quedaba esa mancha de sangre.

Cuando dejo de sentir dolor o molestia alguna miro asombrada su pierna completamente curada. Sonrió aliviada y agraciada hacia Lucy que la miraba igual.

-Gracias Lu- le dijo feliz ya estando de pie dándole un abrazo.

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Sempiterno─《𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐫𝐨𝐧𝐢𝐜𝐥𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐍𝐚𝐫𝐧𝐢𝐚》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora