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Se habían sentido tan sorprendidos al ver que el invierno se desvanecía y todo el bosque pasaba en unas pocas horas de enero a mayo. A diferencia de la bruja, los niños ignoraban que eso sería lo que sucedería cuando Aslan llegara a Narnia; pero todos sabían que eran los hechizos de la reina los que habían dado origen al interminable invierno; y por lo tanto todos supieron, en cuanto apareció aquella primavera mágica, que algo había fallado, y de un modo estrepitoso, en los planes de la bruja. Además, después de que el deshielo hubiera proseguido durante cierto tiempo, todos comprendieron que la bruja ya no podría usar el trineo, y ya no se apresuraron tanto y se permitieron más descansos cada vez más largos.

Estaban muy cansados ya, como era natural; pero no completamente exhaustos; simplemente se movían con más lentitud y se sentían soñolientos y tranquilos por dentro, como le sucede a uno cuando se acerca al final de un largo día al aire libre.

Habían abandonado el curso del gran río hacía cierto tiempo, pues había que girar un poco a la derecha lo que significaba dirigirse un poco al sur para llegar al lugar donde estaba la mesa de piedra. De todos modos, aunque aquél no hubiera sido el camino más apropiado, no podrían haber proseguido por el valle del río una vez iniciado el deshielo, pues con toda aquella nieve fundida el río no tardó en crecer y su sendero habría quedado sumergido.

Y entonces el sol empezó a descender, la luz se tornó más roja, las sombras se alargaron y las flores empezaron a cerrarse.

-No falta mucho ya- dijo el señor Castor. Empezó a conducirlos colina arriba por entre un espeso y mullido musgo, que producía una sensación muy agradable a sus cansados pies cuando lo pisaban, donde sólo crecían árboles altos, muy separados entre sí. La ascensión, al tener lugar al final de un largo día, hizo que todos jadearan y resoplaran. Y justo en el momento en que Lia se preguntaba si realmente conseguiría llegar a lo alto sin tener que detenerse un buen rato a descansar, de improviso se encontraron en la cima. Una vez allí, se hallaban en un enorme y despejado espacio verde desde el que se podía contemplar cómo el bosque se extendía hasta donde alcanzaba la vista en todas direcciones; excepto delante de ellos.

En el centro justo de aquella cima despejada se encontraba la mesa de piedra. Era una enorme y lúgubre losa de piedra gris sostenida por cuatro piedras verticales. Parecía muy antigua; y toda ella estaba esculpida con extrañas líneas y figuras que podían ser las letras de un idioma desconocido. Su contemplación producía una sensación curiosa.

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Sempiterno─《𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐫𝐨𝐧𝐢𝐜𝐥𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐍𝐚𝐫𝐧𝐢𝐚》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora