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Ya era hora de la cena y los hermanos Pevensie caminaban detrás de la mucama llamada Betty que los guiaba al comedor una habitación decorada con cuadros enormes de personas que parecían ser importantes, también de lugares hermosos como montañas repletas de nieve con pinos enormes o hasta el cuadro de una playa pacífica rodeada de arena y a lo lejos se llegaba a ver un castillo. A Amelia siempre le encantaba inventar historias donde ella era una princesa y ese castillo era su hogar jugaba a crear cuentos donde tuvieran lugar las imágenes de las pinturas que había por toda la mansion Kirkle.

Cuando los pevensie llegaron al comedor esperaron encontrar al anciano Kirkle o al menos a su nieta Amelia esperándolos pero no fue así. La mesa del comedor estaba completamente vacía decorada simplemente por velas, fruta y un simple arreglo de flores que no alegraban la imaginación según Amelia.

-¿Habremos llegado muy temprano?- pregunto Susan cuando los cuatro ya estaban sentados.

-En realidad llegaron veinte minutos tarde- la voz de Amelia sorprendió a los hermanos que giraron a ver a la chica que entraba al comedor con un libro en sus manos - La señorita Macready es bastante estricta con los horarios- vestía un vestido rosa pálido que le cubría las rodillas junto con un suéter lila y sus zapatillas blancas y relucientes, su cabello ya no estaba hecho trenzas mal hechas, ni tenía flores sino que ya estaba brillante y bien cepillado con naturales ondas que caían a la cintura de la chica.

-Pero solemos no hacerle mucho caso, al menos yo no lo hago- levantó los hombros -Espero me disculpen la manera en la que me comporte está tarde ante ustedes y no haberme podido presentar de manera adecuada- Susan se sorprendió al ver que una niña incluso menor que ella hablaba de una forma tan formal. -La emoción de estar cerca de atrapar a ese conejo me gano y olvidé completamente mis modales- paso sus manos con el libro a su espalda tomando una postura recta -Soy Amelia Kirkle nieta de el señor Diggory Kirkle, es un placer al fin conocerlos, ustedes deben ser los Pevensie, estuve esperando ansiosa su llegada desde que se nos notifico que serian enviados aqui y en nombre de mi abuelo y mis padres estamos encantados de recibirlos en nuestro hogar- sonrio forzosamente -Es una dicha al fin tener visitas en tiempos tan temerosos como lo es una guerra pero espero encuentren este lugar como un escape de los terrores que asechan a nuestro país- cualquiera al oírla pensaría que había estudiado por meses su presentación y ahora sólo lo hablaba monotonamente.

-Ya es suficiente Amelia, lo hiciste bien, terminaras asustandolos- la voz de un hombre viejo salió de la espalda de la joven que al oirlo suspiro cansada y relajo sus hombros mientras rodaba los ojos en señal de desesperación, los hermanos no podían estar más confundidos por el comportamiento de la joven. Al final la presentación tan formal y educada sólo había sido actuación.

-Oh gracias a dios, pude haberme presentado a mi manera- dijo molesta mientras corría a tomar asiento de manera despreocupada al lado del azabache que la miraba sin entender que diablos estaba ocurriendo. Detrás de la chica venía un hombre mayor de edad con una mata de cabello blanco que cubría toda su cabeza y unas patillas exorbitantes que remarcaban el regordete y amigable rostro del aciano. Edmun hizo su mayor esfuerzo para no reír por esas patillas ya que no sería adecuado reírse del hombre cuando su linda nieta estaba a su lado. ¿Linda? Se pregunto a el mismo cuando tuvo ese pensamiento sobre la chica que yacia sentada a su lado.

Sempiterno─《𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐫𝐨𝐧𝐢𝐜𝐥𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐍𝐚𝐫𝐧𝐢𝐚》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora