♛CAPÍTULO 9♕

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♚ Ella paga tus consecuencias♔

♚ Ella paga tus consecuencias♔

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Casi un mes atrás...


—Señor —levanto la vista de los documentos que están sobre mi escritorio y observo como Fabrizio  entra por la puerta de mi despacho.

—¿Qué pasa ahora? —pregunté sin rodeos.

—No quiere comer nada, se niega desde que la trajeron —me acomodo el saco y lo observo fijamente, estas idioteces me sacan de quicio— ¿Crees que la trajimos para que coma algo? —pregunté sarcástico.

—N..No señor —respondió alerta.

—Entonces ve a hacer tu trabajo y no me molestes con cosas que no me importan y —lo señalo— más te vale  mantener todo bajo control —advierto.

Fabrizio asiente y se retira apurado, me levanto y voy hacia el pequeño bar que tengo en mi despacho, necesito un vaso de whisky.

Estoy muy cabreado, la muchachita lleva aquí casi un mes y ¡nada!.

Los nervios me traicionan y termino estrellando el vaso de whisky contra la pared.

Recuesto mis manos sobre la mesa y trato de tranquilizarme, necesito idear un mejor plan. Tal parece que el maldito de su padre quiere jugar con fuego.

Camino por mi despacho, paso mis manos por mi cabello y suelto un suspiro largo.

—Si el maldito hijo de puta del jefe de la Policía no quiere cooperar, bien… —sonrío—, conocerá por qué me temen.

El maldito no quiso aceptar mis jodidos términos, ya le di mucho tiempo para que vea que soy benevolente cuando quiero, pero quiso verme la cara, veo que la estúpida de su hija le vale mierda, no me sirve, y lo que no me sirve lo deshecho…

Me volteo y me dirijo a la puerta, camino por los pasillos, necesito ir al sótano. Le daremos una lección al imbécil, o un favor eliminando a su estúpida hija.

Escucho como alguien me llama y me detengo.

—¿Quéue pasa? — pregunto fastidiado.

—Los rusos quieren el cincuenta porciento de la mercancía —suelta el hombre frente a mi.

Lo que me faltaba, más asuntos que resolver.

—Esos malnacidos no van a ganar lo mismo que yo –espeto furioso–, sabes lo que tienes que hacer.

—Si señor —habla y se retira.

Prosigo mi camino hasta el sótano, vamos a ver cuanto le importa la hija al estúpido aquel.

Soy sacado de mis pensamientos  cuando escucho los gritos desesperados de la señorita Anderson cuando ya estoy cerca de la puerta, la abro y la veo forcejear con uno de  los hombres que trabajan para mi, el muy imbécil  está sobre ella forzándola, pero ésta no cede, ella no se deja. Vaya que tiene fuerza la chica.

Tentaciones: Regresando al pasado. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora