Meet Me In The Woods || Jicheol / Jeongcheol

Capítulo 4.8: pirofobia

Cuando Seokmin se tropezó, Joshua lo terminó imitando, haciendo que soltara las dos manos que tenía sujetas con las suyas y que se preocupara de sobremanera.

Todo el tiempo que habían estado allí, desde que se habían separado de los demás hasta comenzar a huir de Jihoon, él había sostenido las manos de Jun y Seokmin en un intento de mantenerlos cerca de él e intentar defenderlos de cualquier cosa que intentara atacarlos, incluso si aquello era Jihoon... o al menos lo que quedaba de él.

Pero cuando sintió que sus manos dejaban de sostener las contrarias, algo en él (un miedo exacerbado por la vista de aquella cosa que había sido su amigo y de las personas a su alrededor) le hizo saber que aquello había sido el peor error que pudo haber cometido.

Y eso se confirmó en cuanto levantó los ojos, mirando a ambos lados en busca de su novio y su amigo, pero encontrando otra cosa que definitivamente no esperaba.

Altas llamas a su alrededor, muchas y de aproximadamente 4 metros de alto o más. No eran muy anchas, pero aquello se compensaba con su altura. O al menos para Joshua, quien al mirarlas sintió cómo las nauseas lo golpeaban con fuerza, al igual que el miedo.

Su padre había muerto en un incendio en Estados Unidos, el cual destruyó su hogar, además de la felicidad de su madre y la de él. Esa había sido la razón por la cual ambos se habían mudado a Corea. Querían alejarse de todos y comenzar de nuevo en un lugar en el que nadie los conociera.

Poco a poco su tristeza fue apaciguándose, y aunque aún extrañaba mucho a su padre, sus amigos y su ahora novio lo habían ayudado bastante en todo el proceso.

Pero incluso con eso, el miedo ante el fuego no se había ido. Ni para él ni para su madre.

Y ahora, frente a él, estaba aquella aterradora visión.

Las llamas se alzaban imponentes por encima de su cabeza, moviéndose de un lado a otro, danzando con tranquilidad, como si se estuvieran burlando de él y del recuerdo de su dolor.

El chico intentó ponerse de pie, aunque sentía sus piernas temblando y éstas apenas y lo pudieron sostener. Aún así sabía que de aquello dependía su vida, por lo que ignorando un poco su miedo y al contrario, usándolo como incentivo, comenzó a correr como poseso.

Algunas veces volteó atrás, sólo para darse cuenta de que aquellas llamas parecían tener vida propia, pues se acercaban a él más y más, con una rapidez comparable a la suya. Al parecer su entrenamiento en baloncesto no le iba a servir de nada en ese momento de vida o muerte.

Volteó una vez más, dándose cuenta de que las llamas (ahora unidas y creando una sola, más alta y atemorizante que antes) ya estaban a unos dos metros de distancia. Quiso acelerar, quiso dar todo de sí con tal de escapar, pero iba tan distraído que tropezó.

Y eso fue lo que desencadenó lo peor.

Cayó al suelo, rodando un poco debido a la velocidad que llevaba. Cuando reaccionó y se dio cuenta de lo que pasaba, estaba acostado bocabajo, mirando el asfalto de la plaza, en donde (acababa de notar) no había nadie más que él.

Se elevó con sus dos manos, pero pronto éstas perdieron fuerza al ver que la enorme llama de unos 10 metros de altura por fin lo había alcanzado, poniéndose frente a él.

Joshua podía sentir el calor que irradiaba, aquello parecía como si alguien hubiera encendido un enorme horno y hubiese dejado la puerta abierta del mismo, dejando que el calor saliera y se propagara.

Pero el terror invadió al chico, haciendo que su corazón se acelerara aún más cuando las llamas, de nuevo como si tuvieran vida propia, comenzaron a transformarse y moverse, rodeando a Joshua, encerrándolo en medio de un círculo perfecto.