27 Café y chocolate

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Hola a todos, aquí Coco, quien por fin logró tener tiempo para volver al melizabeth, y viene con buenas noticias a traer una nueva actualización para todos ustedes UwU Muchas gracias por su apoyo y amor durante estas semanas tan difíciles, lo aprecio mucho, y como al fin estoy recuperando nuevamente el equilibrio, quiero mostrarles mi gratitud este domingo con un par de sorpresas. Hoy hay actualización para El Bibliotecario, en Mil y una noches contigo, y en Seven Deadly Seas of Love. Trataré de que cada domingo pueda subirles algo, no sé qué, pero algo, mi regreso será paulatino pero seguro. Les agradezco desde el fondo de mi corazón su paciencia y ánimos, y como solía decir siempre: cocoamigos, ya saben qué hacer, fufufu <3 

***

—Mhmmm... ¿llevarlo, o no llevarlo? —Diane miraba sus maletas, indecisa de lo que iba empacar. Su amiga Elizabeth la había llamado en plena madrugada con una terrible crisis emocional, y ahora, ella se estaba apurando lo más que podía en tomar sus cosas e ir volando a rescatarla. Al parecer, su novio le había sido infiel, y la castaña entendía muy bien lo que eso significaba para ella. Pese a que Camelot estaba muy lejos, había tomado la decisión de ir personalmente a patearle el trasero a ese hijo de perra que le estaba haciendo repetir su triste pasado. Sin embargo... llevar un vibrador no tenía nada que ver con sus planes.

La ojimorada era una chica ardiente e intensa, con un temperamento sexual muy fuerte, y siempre que sabía que iba a salir en un viaje largo, llevaba a "Lucas", su vibrador favorito, así como una pequeña tira de condones de sabores. Más valía ser precavida, ¿no? Sin embargo, no estaba segura de qué es lo que se iba a encontrar una vez que llegara allá, y la incertidumbre hacía que su fuego interior vacilara como la llama de una vela. ¿Y si su querida Eli estaba en peligro? ¿O si, por el contrario, todo era falsa alarma y tenía oportunidad de salir con ella a cazar tipos guapos? Una pequeña imagen mental de las dos vestidas de fiesta en un antro cruzó por su mente, y entonces decidió.

Metió el adorable juguete color rosa a su mochila, tomó las llaves de su jeep, y salió casi azotando la puerta. Diane sabía lo mucho que Elizabeth había sufrido con los hombres, y no iba a permitir que otro patán la usara a su antojo. Metió las llaves en el contacto, encendió el auto con brusquedad, pisó el acelerador, y se lanzó a la carretera con una sola misión en mente: ir a salvar a su amiga.

*

—Vamos, tranquilízate. —Ban estaba a lado de su mejor amigo, viéndolo caminar de un lado al otro mientras parecía que estaba al borde de un ataque de nervios. Elizabeth había desaparecido. Tras llamar a su psiquiatra, el primer lugar a donde el rubio se dirigió fue su cafetería, creyendo que tal vez Eli se había ido a refugiarse ahí. Sin embargo, no fue así, y el atormentado hombre ya no sabía qué más hacer.

—¿Estás seguro de que no está con Elaine?

—No jefe, ella está en la casa de su hermano. Está de visita desde ayer, y no creo que sepa nada del asunto.

—¿Estás seguro?

—Me habría llamado por algo así...

—¡¿Estás seguro?! —El rubio daba mucho miedo en ese momento. Ban miró sus profundos ojos oscuros, y se preguntó si fue por eso que Elizabeth había decidido irse. Cuando estaba así, su amigo parecía un demonio. Pero no, era posible que lo hubiera dejado por eso. Considerando el tipo de ex novio que ella tenía, sabía que era perfectamente capaz de soportar y enfrentar al capitán en ese estado. Lo que le llevaba a pensar en las verdaderas razones.

—Capitán, te dije que hablaras con ella sobre lo de Liz. Tal vez, si le hubieras explicado...

—¡Lo sé! —El peliplateado se encogió en su asiento al ver su reacción, y en cuanto el rubio fue consciente de lo que había causado, respiró hondo tratando de tranquilizarse—. Lo... lo siento mucho Ban. Sé que tienes razón, es solo... solo... —El rubio por fin detuvo su caminar, y cubrió su rostro con las manos en un gesto de pura desesperación. El ojirojo se levantó y, de forma solidaria, abrazó al más bajo de los hombros para transmitirle fuerza.

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