39 Tazas y copas

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El capítulo de ahora va a ser

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El capítulo de ahora va a ser... intenso 0_0 Ya saben qué hacer

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—Muy bien, con esto terminamos. —Zeldris abrió la última caja de su mudanza mientras miraba por la ventana y soltaba un suspiro de alivio. Por fin había acabado de ordenar todo en su nuevo departamento, y aunque ya llevaba un par de meses desde que habían comenzado las clases, resultó que apenas en ese momento pudo terminar de guardarlo todo.

—Estos también son libros, ¿verdad cariño? ¿Por qué mejor no pones té mientras acabo de acomodarlos en sus estantes?

—¿No te molesta Gelda?

—No, claro que no. Además, no me gustaría que un novato arruinara la clasificación que hice. Anda, vamos, y si quieres el postre lo preparo yo.

El pelinegro apenas podía contener la enorme sonrisa que amenazaba con partirle el rostro, así que simplemente asintió con la cabeza mientras se dirigía a la cocina y ponía la tetera en la estufa. Estaba demasiado feliz. Gelda le había ayudado durante todo el proceso de convertir aquel lugar en un hogar, y aunque en un primer momento le incomodó lo innecesariamente grande que era para él solo, pronto se dio cuenta de que apenas alcanzaba para los dos. Ella era una mujer muy especial.

Antes de que se diera cuenta, su presencia ya estaba por todas partes: en el orden de su armario, en las copas de cristal en su alacena, en las hortensias que decoraban su escritorio, pero sobre todo, en la clasificación de su pequeña biblioteca personal. Claro, después de todo, ella era una bibliotecaria. Había convertido su librero en una belleza archivística, y ahora no solo era más fácil encontrar lo que necesitaba, sino que la recordaba cada vez que lo veía. El aroma a frutos rojos llenó la cocina al abrir la lata donde guardaba la tisana, cuando de pronto sintió que ella lo abrazaba por la espalda y estrechaba su cintura con fuerza.

—He terminado doctor, ¿me pagará con una revisión completa? —Él rió suavemente ante esa broma, y acto seguido tomó una de las manos con que lo abrazaba para besarla.

—¡Wow! Fuiste muy rápida. Pero Gelda, ya te dije que yo no seré ese tipo de doctor.

—Fufufu, bueno, no importa. Igual me gustaría que me hicieras una auscultación. —Un término médico muy interesante para lo que quería que pasara a continuación. Aquellos delicados dedos fueron lentamente de la cintura a sus caderas, desabrocharon el cinturón que llevaba, y con todo el cuidado del mundo se adentraron en su ropa buscando "el postre" para la hambrienta rubia.

—Ge... Gelda, el té... —Por toda respuesta la ojiroja apagó la estufa y comenzó a masajear su intimidad con más energía.

—Déjalo Zel... —Apoyándose en la mesa alta donde hasta un momento antes estaba buscando tazas, el pelinegro se dejó ir mientras su respiración se aceleraba y sus mejillas enrojecían.

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