6 Café y pastel de frambuesa

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Fufufu, recuerdo el efecto original que este capítulo generó en mis lectores ^u^ Espero que en esta ocasión sea igual. Ya saben qué hacer cocoamigos, y si tienen té o pastel de frambuesa para acompañar su lectura, créanme, esta experiencia será inolvidable <3 

***

Elizabeth miraba la pantalla de su celular mientras esperaba en una bella cafetería cerca de su casa. Por fin tenía el teléfono de Meliodas, y contemplaba maravillada los mensajes que habían intercambiado la noche anterior para confirmar la cita. A pesar de lo extraño de la situación, ella sentía como su corazón latía con fuerza al pensar en él. Era su amigo, y si tras revelarle su secreto podían ser algo más, ella decidió dar su mejor esfuerzo.

—¡Señorita Liones! —Venía llegando, y en verdad estaba para morirse: ese día llevaba un suéter ajustado de cuello de tortuga, su gabardina y lentes cuadrados. Era la definición de un intelectual sexy.

—¡Señor Meliodas! Buenos días, siéntese aquí por favor, ¿quiere que vayamos ordenando algo?

—Permítame ordenar por usted. Le prometo que el pastel de frambuesa y el café que sirven aquí son lo mejor de este mundo.

—¿En serio? ¡Gracias! —La mesera llegó a tomar sus pedidos, y en cuanto tuvieron un par de tazas calientes frente a ellos, Elizabeth se lanzó a hacerle la pregunta—. Esto... Entonces... ¿Decía usted que su conducta del otro día se debe a una enfermedad?

—Así es —El rubio agradeció que ella fuera directo al grano, y observó su propio reflejo en el té, sintiendo asco de sí mismo—. Mis emociones siempre han sido intensas desde que era pequeño, sobre todo la ira. Tome terapia con psicólogos mucho tiempo, y todo parecía estar bajo control pero... hace poco más de tres años, estuve en una relación que...

—¿Una relación? —Él sacudió la cabeza tratando de ahuyentar un mal recuerdo, e hizo un gesto evasivo con la mano.

—Eso no importa. Lo interesante es que durante cierto viaje que hicimos mi pareja y yo... tuvimos un accidente.

—¡Oh!

—Sí. Fue un accidente automovilístico. Yo no estaba viendo al frente cuando eso ocurrió, estábamos en una curva, y por poco ambos morimos en el choque. Ella sufrió golpes y rasguños, pero... yo recibí una lesión bastante fuerte en la cabeza. Mire —El rubio inclinó el cuello mientras retiraba un gran mechón de pelo, y Elizabeth pudo ver claramente la cicatriz rosa recorriendo casi la mitad de su cráneo—. Eso lo detonó todo. No quedó muy claro si fue una lesión cerebral, o un trauma detonado por el estrés, o algo más, pero a partir de ese momento, mi condición mental se agravó. Ahora no puedo mirar directamente a nadie a los ojos, o una ira tremenda se apodera de mí, y parece que me convierto en otra persona. —El silencio se instaló entre los dos comensales, y ya entrando en detalles, la peliplateada le preguntó lo siguiente con mucho tacto.

—Señor, ¿a dónde miraba cuando ocurrió el accidente? —Él no contestó y se llevó la taza de té a los labios—. Acaso... ¿la estaba mirando a ella?

—Como dije, eso no importa. Me abandono cuando la relación se hizo insostenible, ¿quién querría estar con un loco cuya personalidad cambia tan drásticamente? —La mesera llegó con sus pedidos, y rápidamente se fue para que continuaran su conversación—. Mis ataques de ira son demasiado fuertes. Eso me trae problemas a donde voy, y lo peor: también se detonan cuando estoy expuesto a emociones fuertes. Es por eso que elegí un trabajo en la biblioteca; es el mejor lugar para alguien como yo —Hubo más silencio, y esta vez, él no se atrevió siquiera a intentar verla a los ojos—. Señorita, comprendería perfectamente si no quiere volver a saber de mí mientras tenga el mismo trabajo. De hecho, yo se lo recomiendo. —Pero ella no lo dejó continuar.

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