49 Un instante que dura para siempre

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Y por fin está aquí UwU Damas y caballeros, he aquí el capítulo extra que prometí. Todo el pasado de Eli aclarado, los misterios que faltaban resueltos un horrible secreto rebelado :0 Ya saben qué hacer.

*

El mundo gira a mi alrededor. Floto en el interior de mi auto, percibiendo como en cámara lenta lo que sé que es caer en alta velocidad, y los recuerdos de mi vida aparecen frente a mí como en una película. Y lo primero que veo es a tí. Meliodas. Siento como si tus ojos fueran el comienzo y el fin de todo lo que he vivido, como si los hubiera estado buscando desde el día en que nací. ¿Estabas en las hojas verdes del jardín de mi padre? ¿En el brillo de los aretes de esmeralda de mi madre? ¿En el horizonte más allá de Liones? ¿Desde hace cuánto busco los cristales de tus ojos?

Cristales. Veo cristales volando por todas partes mientras trató de entender dónde es arriba y donde abajo, y pienso con ironía que conocerte también ha puesto mi mundo de cabeza. No lo cambiaría por nada. Todo el camino doloroso que recorrí fue para que cuando por fin llegara a tí, estuviera lista. Percibo los golpes y no duelen. No duelen, porque los que he resistido por dentro han sido más duros y más importantes. El amor es así. ¿Se sentirían igual las personas a las que ame?

Papá, hermanas... no lamento haberme ido, pero lo siento si les cause algún dolor al hacerlo. Perdónenme.

Howser, mi querido tornado... me alegra mucho haber vuelto a ser amigos. Eres un tonto de remate, como Gil y Griamor, pero sé que en sus manos mi familia está a salvo. Gracias.

Diane, King, Elaine, Ban, muchas gracias por estar ahí para mi siempre, ¡siempre! Derieri, Mela, Gelda... oh chicas, muchas gracias.

El fondo a donde estoy cayendo es muy oscuro, contrasta con las brillantes luces de la ciudad de más allá. Y eso me recuerda a cierta persona a la que también amé.

Mael...

Te conocí el primer día de la universidad, y fue como ver un rayo de sol hecho persona. No encontrabas el salón de sociología, parecías tan tímido, eras tan amable. Fuimos juntos hasta ese lugar, y casi no nos separamos después. Tenías la sonrisa más dulce, el corazón más bondadoso. Jamás creí que cargaras tanto dolor y oscuridad en tu interior.

Nos hicimos amigos, nos hicimos novios, y aún no puedo entender cómo es que sobreviviste tanto tiempo sólo en esa enorme y silenciosa casa. Luego nos hicimos amantes, y ahora lo sé. Lo sentí en mi piel desde la primera vez que nos unimos, aunque intenté negarlo por mucho tiempo: había algo mal en tí.

—Así querida... así...

—No, espera Mael. ¡Aaah! ¡Duele!

—¿Te gusta, no? —Qué mirada tan siniestra. Qué mirada más aterradora—. Vamos preciosa, gime. Grita mi nombre.

Las manos apresadas a la espalda, mi cuerpo inmovilizado por tu peso, mi sexo siendo penetrado sin piedad. Y nada de eso estaba bien. Pero en ese momento, aún era demasiado novata, demasiado ingenua para entenderlo. ¿Así es como debía ser siempre? ¿Era normal? No sabía que se podía decir "no". No entendí que aquello era contra mi voluntad. Pensé que aquello era mi culpa. Y dejé que siguiera por mucho tiempo. Lo permití, porque te amaba.

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