12 Somos tuyos - Parte 2

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Recuerdos de Vietnam vienen a mi :'D Cielos, parece tanto tiempo desde que escribí esto, ¡pero sigue siendo maravilloso leerlo! >///< Muchas gracias por todo su apoyo chicos. Sin más demora, veamos qué es lo que pasará con nuestra querida pareja... 

***

—Somos... ¿Somos tuyos?

—Así es. Ahora, deja salir al auténtico Meliodas. Quiero hablar con él. —Por un momento el color negro y verde lucharon en los ojos del rubio mientras temblaba e intentaba aferrarse de los brazos a la albina. Ella le sonreía con dulzura, y le estaba dedicando una mirada paciente y comprensiva mientras esperaba su respuesta. El demonio estaba tan débil que apenas podía cerrar la mano, pero en lugar de cederle el control, utilizó cada pizca de su voluntad para retarla.

—¡No! ¡Carajo Elizabeth! ¡¿Crees que te dejaré con tu patético noviecito para que hagas lo que sólo puedes hacer conmigo?! ¡Eres mía! ¡Y no pienso compartirte con él! —Por un momento la peliplateada puso una mirada triste, y el ser oscuro creyó que se rendiría. En vez de eso, volvió a sonreír y comenzó a acariciar su rostro.

—Es la primera vez que dices mi nombre estando así —Sus dedos acariciaban la piel de sus mejillas mientras pestañeaba de forma coqueta. Luego extendió su dedo pulgar y comenzó a deslizarlo por sus labios—. Bien, entonces me temo que estarás un poco incómodo, porque lo que voy a hacerte ahora está dedicado a la parte más luminosa de ti. —Su hermosa novia volvió a inclinarse hacia él, le hizo la cabeza a un lado suavemente, y luego le dió un largo, intenso y delicioso beso en el cuello.

—¡Aaahhh! —Lo había hecho gemir. ¡Al demonio! Este se tapó la boca, horrorizado ante la intensa respuesta que eso provocó en él; todos sus instintos le dijeron que debía destruirla.

Tenía que apartarla, hacerla agachar la cabeza, y cogerla con tanta fuerza como para dejarla en silla de ruedas. Pero su cuerpo súbitamente no le respondía, estaba demasiado débil para hacer nada en su contra. Y eso no era lo más grave. Al extender la mano libre para intentar jalarla de los cabellos, se dió cuenta de una cosa: le repugnaba la idea de hacerle daño. Se quedó quieto mientras disfrutaba de sus húmedas caricias, y cuando sus atrevidos dedos llegaron al primer botón de su camisa, comenzó a resistirse de verdad.

—No... Maldita zorra... Déjame... Ngh... ¡Suéltame! —Pero era como si tuviera la fuerza de un moribundo. Y en verdad estaba muriendo por ella. Esos besos no eran para la oscuridad, sino para aquel debilucho y dulce idiota dentro de él. Antes de darse cuenta ya le había desabrochado la camisa, y aunque el rubio la empujaba débilmente para que se apartara, ella lo único que necesitaba hacer era quitar sus manos y volver sobre su cuerpo.

—No te voy a soltar. ¿No lo entiendes Meliodas? Lo quiero todo de ti, luz y oscuridad, tu yo amable y tu yo sexy. Por favor, déjame amarlos a ambos. —Luego la peliplateada volvió a acercar sus labios, con los que dejó decenas de pequeños besos en todo su pecho.

¡Espera! ¡¿Dijo amarnos?!

Amarnos... —El diálogo interno que tenía era entre su demonio y su yo luminoso. Los dos estaban tan impactados ante aquellas palabras que por un momento dejó de pensar. Volvió al presente al sentir su dulce lengua comenzar a lamer en círculos su pezón.

—¡Aaaaahhhh! ¡Elizabeth!

—Eso es mi amor. Déjalo salir. Déjate llevar. —Su siguiente acción fue chupar suave y dulcemente aquel hipersensible punto de su piel, lo que provocó una reacción instantánea en el corazón y los pantalones de Meliodas.

—¿Qué es lo que haces, bruja? ¿Quieres deshacerte de mí? ¿Que este maldito demonio se vaya para que puedas tener al patético de Meliodas?

—No. —Su respiración había comenzado a agitarse, pero ella no se detuvo. Su lengua comenzó a bajar, lamiendo su marcado abdomen y deteniéndose un momento a dar vueltas en su ombligo.

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