9. Accessoires

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Supongo que me gusta llevar cuantos más accesorios mejor. Es como que al cubrir con distracciones la superficie quedan ocultas las carencias que hay debajo.

La banda es para que mi cabello rebelde no me moleste cuando patino y lo cierto es que Supanagon es cool, ¿ a que sí? Parece a veces que toma vida y que se deja llevar por mis emociones. Luego está la muñequera roja. Esta me es muy útil para secarme el sudor de la frente cuando me esfuerzo al máximo intentando trucos. La cadena en mi cadera derecha que me permite llevar la llave inglesa para poder ajustar las ruedas en todo momento.

Bueno quizá no es solo para cubrir las deficiencias sino para conseguir un estilo propio al tiempo que incorporas elementos útiles.

Me acuerdo que al principio te quedabas mirando cada cosa que yo llevaba, con la misma curiosidad que mis hermanitas gemelas. Y yo tentado estaba de prestarte alguna muñequera, algún colgante, porque intuía que querías ver como te quedaban pero luego me quedaba contemplando lo perfecto que eres y me decía a mí mismo: no.

Aunque claro una cosa soy yo y otra Nanaka y Chihiro.

Una vez que te quedaste hasta muy tarde en mi casa, para preparar juntos un examen de gramática, mi madre me pidió que acostase a las gemelas mientras ellas ella se bañaba. Como nos venía bien un descanso tras tanto calentarnos el coco, y tras preguntarte a ti sin hablar y aceptar, nos fuimos al dormitorio de ambas y, como siempre, la liaron.
Es que cuando te ven se ponen de lo más alteradas y solo hacen que colgarse de ti para que les hagas caso.
Yo las intento apartar de ti pero son como los mosquitos, cuando más tratas de que se marchen, más te pican.

Solo cuando las amenacé de que si no se estaban quietas te marcharías a tu casa, se sentaron en la camita que comparten y me dejaron que les cepillase el cabello.

Trataba de concentrarme todo lo que podía en mi tarea de dejarles el cabello suelto y luego atarles una cinta, pero al notar toda tu atención puesta en mi, sentir tu sonrisa, aunque no levantase la mirada yo para verla; oír una risita cuando una de las dos me preguntaba si te ibas a quedar a dormir y sentir terror por si me cara se sonrojaba cuando insistían en su curiosidad de si íbamos tú y yo a compartir mi cama.

Pero lo peor estaba por venir.

Nanaka, sé bien que fue ella, propuso:

—Cepíllale el cabello a Langa.

Y la otra se unió a su petición.

Cuando me negué con vehemencia, iniciaron su técnica infalible: montar un escándalo repitiendo todo el rato:

—Cepilla a Langa, cepilla a Langa.

Y yo me quise morir allí mismo porque mis hermanitas, en su inocencia, nunca podrían pensar que... pues que ese verbo, pues ya sabes, pero tú no lo captaste y creíste que mi bochorno era por el alboroto de ellas y para mediar, te sometiste a los designios de dos bebés:

— Claro que dejaré que mi hermano me cepille.

—¡ No digas eso ! — te rogué y yo me quedé solo en el entendimiento del doble sentido.

Para no dar explicaciones ante vuestros ojos curiosos ( a veces Langa eres tan inocente como mis hermanitas), cedí.

Nanaka y Chihiro se pusieron a gritar locas de alegría.

Mientras yo iba donde tú estabas sentado y me ponía con piernas temblorosas detrás tuyo, las gemelas buscaron en su caja de accesorios para el pelo, algunos para ti.

—¡ Eso sí que no ! — le advertí.

—¡ Déjalas divertirse ! — me dijiste — ¡ Además me extraña que tú pongas reparo con lo que te gustan los accesorios !

Por eso mismo, porque tú siempre ibas tan íntegro, no enmascarabas nada de tu belleza natural.

Porque para mí eras perfecto.

Pero es no lo podía decir. Así que cedí.

Y pasé el cepillo por tus cabellos, y mis dedos se deslizaban entre tus hebras y notaba mi piel la caricia de su suavidad sedosa de cada cabello tuyo y mis fosas nasales aspiraban tu olor a sal. Porque hueles a sal, como si el océano quisiese apoderarse del olor a bosque y a montaña que traes de tu tierra, donde nieva la mitad del año.

Tus cabellos, sin embargo, mantienen parte del hielo de la nieve. Son fríos pero de una forma agradable en el calor húmedo siempre reinante en Okinawa.

Me sentía tan bendecido por poder tener entre mis manos esa parte de ti tan hermosa.

He visto tu cabello volar cuando haces tus altos airs, separarse los mechones de tu frente para mostrar tu mirada determinada, pegarse a tu rostro por el sudor y siempre quise tocarlo, acariciarlo.

En ese momento, mientras te cepillaba, vivía un momento de felicidad al poder cumplir mi deseo al fin.

Y entonces noté como los cabellos en tu nuca se encrespaban y me di cuenta que la fina piel se erizaba, como si sintieras escalofríos.

—¿ Estás bien? — te pregunté un tanto preocupado de que te hubiese dado un tirón.

Pareciste reaccionar, como si hubieras estado aturdido y te moviste un poco, carraspeaste y dijiste:

— No, no, no te preocupes. Estoy bien — respondiste con cierta torpeza.

—¡ Hacía cara de estar de lo más a gusto ! — dijo riéndose Chihiro.

—¡ Sonreía como el gato del vecino cuando le acaricias! — exclamó Nanaka entre risas.

Tú te giraste y mis ojos se abrieron como platos al ver tu sonrojo.

— ¿ Me pones esto ? — preguntaste con la voz tomada dándome el coletero que te había dado antes Nanaka.

No podía ser que el cepillarte el cabello hubiese provocado placer en ti. ¿ O tal vez sí?

Fue mi turno de sonrojarme a mi también.

Traté de hacer rápido una trencita al lado izquierdo de tu cabeza y que nos fuésemos de alli. Mis hermanitas a veces son muy espabiladas y pueden captar todo.

De vuelta a mi dormitorio, abriste la app de la cámara de tu móvil como para hacerte un selfie.

—¡ Me queda bien ! — sentenciaste girando la cabeza para ver como te quedaba la trenza.

— Puedes quitártela ahora que ellas no te ven — le propuse mientras tomaba de nuevo los apuntes.

— No, me la has hecho tú y todo lo que tú haces me gusta.

—¿ Yo...? — me dejaste sin palabras.

— Desde ahora me gustaría que me ayudases a ponerme accesorios, tú llevas un montón y yo a veces siento como que voy muy soso.

—¡ Para nada, te ves muy bien ! ¡ No, no! Quiero decir que vas muy guapo, no, eso tampoco. Que vas muy auténtico, muy tú.

— Tú también vas siempre muy tú y me encanta. ¿Me aconsejarás?

¿ Cómo negarme ante esa sonrisa dulce y esos ojos tiernos?

—Por supuesto, Langa.

Al día siguiente, durante el examen, solo tenía la imagen en mi cabeza de lo atractivo que te veías con la trenza.

—-

Dos capítulos hoy. Yes!

No he podido evitar escribir sobre Reki poniéndole una trenza a Langa.

Gracias por leer.

Cada día de septiembre  Sk8. Renga ( Completado ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora