Te he hablado de mis hermanas, de mi madre, de mi padre, pero no de mi abuela. Ella a veces también me pregunta como estás y cuando le cuento lo que te pasa, pues dice que orará para que te cures.
Yo también lo hago.
A ti te impresionó mucho cuando te enteraste de su pasado cuando no ayudó a hacer un trabajo para la clase de historia sobre los años ochenta.
Estaba empezando a hacer frío, bueno para tí no lo hacía tanto, pero aquí ya apetecía poner el brasero bajo el Kotatsu y allí que estábamos tú y yo buscando en el portátil información sobre cuan de diferente eran los años ochenta a la actualidad, cuando mi abuela, que estaba compartiendo también la mesa, distraída mirando una serie de policías, dijo de pronto:
—¡Cuán diferentes eran esos tiempos!
Nos mirábamos tú y yo y luego mi abuela, que seguía con los ojos fijos en la pantalla, añadió:
—Los ordenadores salían solo en las películas de viajes al espacio y ahora vosotros lo tenéis sobre la mesa como si fuera algo sin valor.
—Yo sé lo caro que es —intenté justificarme por si mi abuela decía eso porque había llenado la carcasa de pegatinas.
Mi abuela soltó una risita seca.
—Y los móviles. Llevas el tuyo Reki en el bolsillo del pantalón o en en interior de tu sudadera, como si fuera algo sin más. Yo aún me maravillo de todo lo que se puede hacer con ellos.
—¿Quieres que te enseñe a usarlo? —le pregunté con entusiasmo porque ella siempre se había negado.
Giró la cabeza y sus resecos labios pintaron un sonrisa cansada.
—Yo ya tengo bastante con entender como funciona el mando de la televisión.
No pude evitar reírme y tú, tras darte yo ánimos con una seña de la cabeza, también lo hiciste.
—Antes solo teníamos un teléfono y era suficiente. Lo que tenéis ahora los jóvenes, toda esa tecnología, era solo un sueño para nosotros.
No lo dijo como una queja, no. Sonaba como si no entendiese el porqué todo había cambiado tanto.
—Obaachan, ¿no podrías ayudar con el trabajo? Es...
—Sobre la década de los ochenta —acabó ella —. Os he oído cuchichear todo el rato sobre coches, televisiones, moda, canciones.
—Quizá usted nos podría dar una visión de como era la vida cotidiana en los años ochenta —te animaste a participar con tu voz educada y cortés. —Como era cuidar de la casa, de la familia,,,
—¿Ser un ama de casa, te refieres? —quiso confirmar mi abuela de pronto realmente interesada.
—Sí, por favor.
Vi como surgía un brillo en sus ojos y yo me alegré un montón de que me hubieras ayudado a convencerla. Con el testimonio de ella, el trabajo iba a tener vida, sí con el espíritu de alguien ha vivido en esa época.
—Hummm. Mi álbum me vendría muy bien. Reki, ¿me lo puedes traer?
Yo empecé a solazarme por dentro porque sabía muy bien que contenía ese álbum, algo que tú desde luego no imaginabas así.
Fui al dormitorio de mi abuela, lleno de recuerdos de mi abuelo y con fotos de nosotros, sus nietos y cogí el álbum que estaba en la estantería delante de su cama.
Era bastante grueso y con las tapas muy desgastadas de tanto verlo.
Volví a la sala y se lo puse delante a mi abuela, que pulsó la tecla del mando a distancia para apagar la televisión.
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Cada día de septiembre Sk8. Renga ( Completado )
FanficCada día de septiembre Reki envía un email a Langa intentando que recuerde lo que vivieron juntos. Conjunto de anécdotas participantes en el sk8tember21#