3. Canada

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Hi Langa!

Tal vez te preguntas cómo nos conocimos. Verás, somos compañeros de instituto y mi mayor deseo es que nos podamos graduar juntos.

Sorprendido de que estudiemos juntos. Bueno, hacemos mucho más que estudiar, aunque lo cierto no es que en estudiar pongamos los dos nuestra mayor dedicación, aunque hay excepciones, como aquella vez que hicimos la exposición sobre Canadá en la clase de inglés.

¿He despertado tu curiosidad? Espero que sí.

Tú eres un alumno con un trato especial para el profesor. No te puede aprobar la asignatura directamente, así que justifica tus notas no con exámenes, no tendría sentido, sino con trabajos sobre libros y redacciones. Sacas notazas, las únicas buenas que tienes. No, no, no. Es broma.

Aunque es cierto que ni tú ni yo somos de los mejores del curso, tampoco somos de los peores. Empleamos en estudiar el tiempo suficiente para ir sacando las asignaturas y que los problemas que generamos patinando por el patio y por los pasillos solo se queden en ligeras amonestaciones.

Tranquilo, no somos los delincuentes de la clase, solo los revoltosos; aunque sé que eso último no te causa ninguna preocupación, por eso nos entendemos.

Bueno, que vuelvo a divagar como en los otros dos emails anteriores. No tengo remedio.

Pues eso. El profesor nos encargó realizar un trabajo en inglés por parejas sobre un tema de libre elección y claro, yo me quedé desparejado, porque además de que somos veinte en clase, todos los trabajos en el resto de asignaturas los hacemos tú y yo juntos.

Antes de que el profesor siquiera se diese cuenta de yo estaba descolgado, tú levantaste la mano y le preguntaste algo en inglés, como solías hacer, de lo que yo no entendí nada.

El profesor me miró de una forma muy dubitativa mientras tú le hablabas. Al fin me pareció que aceptó tu petición por que le dijiste „ thank you very much" o algo así, y se alejó hacia otra pareja que tenía dudas.

—Vamos a hacer el trabajo juntos —me anunciaste todo contento porque sabía que aquello me iba a alegrar muchísimo.

—¿Siiiiiiií? —grité tan fuerte que el profesor me fulminó con la mirada. Agaché la cabeza para seguir con un tono más bajo—: eso es genial. Genial. ¡Ahhh! Va a ser la primera vez que saque una nota buena en inglés —junté los puños feliz mientras mis ojos seguían brillando con entusiasmo—. Igual hasta acabo con un buen expediente.

Seguías sonriendo contagiado por mi buen espíritu hasta que vi esa pequeña mueca en tus labios que yo sabía reconocer de que no todo era perfecto. No hizo falta preguntarte.

—Bueno hay una condición.

Estaba tan eufórico por contar con tu gran ayuda para ese trabajo que no le di suficiente importancia a esa condición.

—Dime, dispara —te pedí muy relajado.

—A cambio de que lo preparemos juntos —te detuviste y entonces sí me empecé a preocupar.

—¿Sí?

Tragaste saliva.

—Langa —te supliqué que no me pusieras más nervioso.

—Tú debes exponerlo en clase.

—¿Queeeeeeé?

Se oyó mi grito de terror por todo el instituto.

Media hora más tarde tú venías detrás de mi patinando todo lo que rápido que podías detrás mío para alcanzarme, pues yo me había escabullido nada más acabar la clase de inglés, la última del día, sin despedirme.

Cada día de septiembre  Sk8. Renga ( Completado ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora