24. Swag

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Nota previa:

Nunca había oído el término Swag, pero buscando un poquito he encontrado que es vestir ropas sueltas, un poco como al estilo Hip hop o el estilo de los Skaters. Así que quizá este capítulo no sea puro Swag, pero es muy Renga. Un abrazo.

——

Entrar en la tienda de ropa de segunda mano que hay en la galería cerca del mercado se convirtió en una costumbre a la que yo te arrastraba cada vez que pasábamos. Desde el principio, desde que solo éramos amigos, grandes amigos.

Nunca te quejabas y eso significaba para mi que realmente disfrutabas mirando la ropa como yo, aunque si te comprabas algo era porque yo insistía e insistía. Cuando empezamos a salir aceptabas con mucha más facilidad mis sugerencias, como aquella vez que te he contado en estos emails que te cambié por completo tu imagen.

Normalmente siempre ibas detrás mío y cuando te comentaba todo excitado que cool, guay o chula era una camiseta, un pantalón o una sudadera, tú decías un sí todo sin fuerzas.

Como decía no salía de ti nada espontáneo el decirme que te gustaba algo, así que lo debía de adivinar yo si tus ojos se quedaban mirando ciertos montones de ropa, ciertas perchas.

Así pasó una vez en que mientras yo rebuscaba entre un grupo de camisetas de dinosaurios con crestas punk una dos tallas más ancha que la mía, me di cuenta que tú no estabas a mi lado.

Abandoné la frenética búsqueda de la camiseta y empecé a dar vueltas por las columnas y armarios de ropa para averiguar donde estabas.

Me quedé perplejo cuando te encontré, porque no solo estabas mirando tú solo ropa, sino que la cogías con tus dedos, la acariciabas como probando el material y mirabas la talla y el precio.

Me planté a tu lado en dos segundos.

—¿Te gusta algo?

Diste un salto del susto que te pegué, sin quererlo por mi parte, claro.

Soltaste la sudadera negra con capucha que tenías sujeta en ese momento.

—Nada —negaste todo apurado, pero yo la volví a coger.

—¡Guau! ¡Está genial! Me encanta el letrero.

—Pero si es la marca de ropa —precisaste extrañado de mi entusiasmo.

—¿Qué más da? Es ultracool que esté en relieve rojo. ¿Quieres que me la pruebe?

En ese instante vi como tus pupilas se dilataban y tus labios se curvaban ligeramente hacia abajo. Comprendí al instante.

—¿La estabas mirando para tí mismo?

Con deleite vi que no lo negabas.

—¡Llevátela, no lo dudes! ¡Ah, qué guay, no sabías que tu gustaba también ir con sudaderas con capucha! ¡Iremos conjuntados!

Te la pasé y tu la cogiste mientras una ligera sonrisa se pintaba en tu rostro.

—Siempre me ha gustado este estilo, el Swag —me reconociste con mucha timidez —, pero mi madre es la que desde siempre me ha comprado la ropa y su estilo es bien distinto. Nunca he podido decirle que quería tener algo de ropa más informal.

Me reí en solidaridad contigo.

—Te comprendo. Mi madre quería que yo fuera un poco más formal, de hecho alaba mucho tu estilo...

—¿En serio? —me cortaste super sorprendido.

Asentí con la cabeza con energía.

—Me dice que yo estaría más guapo si llevase vaqueros ajustados y camisas como tú.

—¡A mi me encanta tu estilo, Reki! De hecho, es una de las cosas que más envidio de ti, la libertad con la que vistes.

Me rasqué el cuello nervioso.

—Bueno, esas ropas anchas me dan libertad para patinar y también pues me ayuda a...tener un poco de confianza porque mis Hoodies son algo especial.

Quería añadir además que me ayuda a tapar mis complejos con mi cuerpo. Lo cierto es que te envidio mucho la seguridad con la que tú llevas tu ropa, pero es que claro, tú cuerpo es perfecto.

Puedo sincerarme aquí porque la certeza de que estos emails no te llegan es del 100%, sino desde luego que yo mismo me censuraría. Porque Langa, eres bello, perfecto y yo no podía creer que estuvieses conmigo y me permitieses amarte. Aunque era todo fugaz, como todo lo hermoso que dura solo un pestañeo hasta que el olvido lo barre.

No te compraste para ti la sudadera negra, me comentaste que tu madre se disgustaría. Yo, como notaba que te gustaba, la cogí y fui a caja.

Tú pensabas que la estaba comportando para mí. Nada más ponerla la dependienta en una bolsa, te la entregué a ti.

—¡Seguro que a ti te queda mucha mejor que a mi! Y estoy deseando verte con ella puesta.

—Pero mi madre...

—Seguro que está de acuerdo conmigo. Mándame una foto luego, vale, cuando se la enseñes.

Lo cierto es que a tu madre le encantó que tu hubieras decidido comprarte algo por tu propia cuenta. Y cuando me mandaste la foto con la capucha puesta esa noche, solo pude que alabarte porque se te veía tan bien con ella, tan cool.

Nunca te la pusiste por la calle, no querías que se desgastase, me decías, pero sí la solías usar cuando quedábamos a estudiar en tu casa y se te veía tan guapo que yo no me podía concentrar en los deberes.

Cada día de septiembre  Sk8. Renga ( Completado ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora