13. Alternative sport.

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Ahora que te he perdido, que no sé siquiera si te recuperaré; si estos emails valen para algo, me doy cuenta de que ese miedo a que te alejases y me olvidases existió siempre.

Pero tú estabas ahí, esperándome, buscándome, incluso cuando me comporté con un necio evitándote durante días cuando me peleé contigo por querer competir en ese torneo en S.

La primera vez que me invadió el miedo de que te alejases de mi fue mucho antes de eso, fue cuando tu tutora en el instituto te aconsejó practicar un deporte alternativo. Yo, evidentemente, no estaba en la charla correctiva que te dio tras que el conserje del insti te pillase por tercera vez patinando por los pasillos.

Te llamó a su despacho durante la clase de inglés, la última de ese día y cuando acabó aún no habías vuelto.

Te esperé, claro está, y cuando al fin te vi aparecer estabas más pálido que de costumbre.

No fue hasta que estuvimos en la calle. Con los monopatines aún colgados en las mochilas, que me contaste que tras que te leyese la cartilla recordándote las normas y que desde luego estaba prohibido correr y usar cualquier medio de transporte por los pasillos, te urgiese a apuntarte a algún club deportivo del colegio que te permitiese socializar más.

Aquello fue como una patada en el estómago para mí.

—¿ Socializar más? — repetí como sino comprendiese lo que tu tutora pretendía.

Tú eras un estudiante especial porque no solo debías integrarte a las clases, sino al país, a otro idioma académico.

Ella estaba pendiente de tus notas, de tu asistencia a clase, con quién te juntabas y resulta que habías hecho amistad, tu única amistad de hecho, con el rarito de la clase obsesionado con el skateboarding.

Estabas fuera del grupo, de lo normal y eso ella debía corregirlo enseñándote otro camino.

Para conseguirlo era vital apartarme de tu lado.

— Mi tutora opina que debo ingresar en un club.

¡ Aquello era cada vez más espantoso a cada segundo! ¡ Tú podías elegir el quisieses, todos te querían como miembro! ¡ Todos te habían invitado!

— Ella me aconseja que sea uno deportivo para que canalice mi energía.

Notaba que se estaba formando un remolino de angustia en la boca de mi estómago.

— Quizá tenga razón — dije sin fuerzas porque ¡ Yo no quería que un tonto club te quitase horas de estar conmigo !

—¿ Tú crees? — me preguntaste con cara desinteresada.

Seguí haciendo teatro. Con entusiasmo enuncié los que me vinieron a la cabeza:

— Está el de beisbol, el de baloncesto, el de voleibol, el de natación...

—No sé nadar — me cortaste.

— Es verdad — en la playa me lo habías demostrado cuando te metiste en el mar con el flotador—, pero puedes aprender.

— Solo si me enseñas tú.

— Yo no soy muy bueno nadando. Podrías ahogarte durante una clase mía.

— Eso nunca pasaría — afirmaste con firmeza.

No pude evitar reírme.

— ¿ Qué otro deporte te gustaría practicar?

— Solo entraría en un club si estás tú.

— ¡ Me temo que no ! Tienen muchas reglas y cargos. Por eso amo S. No hay normas y todos somos iguales.

—¡ Sí ! — exclamaste con entusiasmo — ¡ En S somos libres !

Y verte recuperar la sonrisa llenó de calor mi pecho.

— Le voy a decir a la tutora que no. En un club deportivo volvería a aislarme, Reki — y noté como las ruedas de tu cerebro trabajaban. Te dejé así, hasta que un minuto más tarde soltaste con decisión:

— Formemos un club de skating.

—¡ Ay, Langa! Me temo que no va a ser posible, lo propuse y me negaron el permiso por ser demasiado peligroso.

—¿ Peligroso ?

Me reí porque no lo pensabas, a pesar de tener tiritas por todo el cuerpo.

—Pero no sería aconsejable que no hicieses caso a la tutora — te dije retomando nuestra conversación.

— No voy a entrar. Solo quiero practicar el skateboarding.

Y chocamos los puños cuando tú adelantaste tu mano.

—¿ No tendrá repercusiones tu negativa?

— Se lo contará a mi madre.

Aquello no era bueno, pero tú negaste con la mano al ver mi cara de terror.

—Ella sabe que patino y no solo lo aprueba, sino que está muy feliz porque tenga amigos.

—¡ Oh, Langa, tu madre es super cool!

— La tuya también.

Nos reímos con ganas.

—Ya lo tengo. Formemos el club „ Madres cool" — propuse.

—Sería cool mothers o mejor cool mummys.

Lancé el monopatín al suelo y me monté de un salto.

—¡ Quién llegue antes a Dope and Sketch elige el nombre !

Gané yo, pero el club nunca se fundó en el instituto, aunque sí en la vida cotidiana cuando nosotros...

No, no puedo aún hablar de ello.

Notas:

Gracias por vuestro apoyo. Ha llegado este proyecto a 100 vistas. Os quiero.

Cada día de septiembre  Sk8. Renga ( Completado ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora