1.

692 60 36
                                    


Escucho la alarma de mi teléfono sonar, anunciándome así un nuevo amanecer. Me siento en mi cama mientras estrujó levemente mis ojos en un intento por mantenerme despierta.

—¿Lista dormilona? —La voz de mi padre entrando por la puerta de mi habitación llama mi atención.

Me quedo observando con algo de tristeza todas las cajas que ambientan lo que hasta hoy por la tarde será mi habitación.

—Vamos no está tan mal, estoy seguro de que te acostumbrarás —dice como consuelo.

—Eso espero... —respondí.

Había dicho eso tantas veces que ya no creía en sus palabras. No es por nada, pero si existiera un premio a las personas que más se mudan en un año estoy segura de que nosotros tendríamos el primer lugar. Desde hace mucho tiempo he dejado de llamar a los lugares en donde vivo un hogar, al fin y al cabo es pasajero, dentro de poco volveré a irme.

—Sabes que allá estaremos mejor, tu madre... —Papá intento hablar, pero lo interrumpí.

—Su trabajo, si, ya lo sé... no tienes que repetirlo siempre —Solté.

—Bueno, arréglate y termina de empacar tus cosas, te esperaré abajo para irnos —Sonrió al decirlo y luego salió de la habitación.

Me senté en el borde de la cama para sentir el piso frío en contacto con mis pies descalzos y camine hasta el armario para guardar las prendas que había dejado afuera. Me percato de que hay algo en el fondo de uno de los cajones, lo tomo entre mis manos y puedo notar que es una foto.

Era la foto que me había tomado con mis mejores amigos antes de... mudarnos por primera vez. Bueno ¿Que podía decir? Mudarme todo el tiempo tenía consecuencias y está era una de ellas. Una amistad de seis años arruinada, aunque no lo crean no siempre viví de aquí para allá. Cuando era más chica mis padres se mantuvieron en un solo sitio, así que allí crecí e hice amigos, tristemente cuando cumplí mis doce años — El día de mi primera mudanza —Los perdí. Y con cada vez que nos trasladábamos me daba cuenta de porque le temía tanto a la soledad cuando era pequeña. Algo en mí siempre supo que estaría presente en mi vida.

Guarde la foto en uno de mis bolsillos y seguí recogiendo la ropa.

(***)

— ¿No tenías algo mejor que ponerte? — preguntó mi madre al verme llegar.

—Era un viaje de tres horas, quería estar cómoda —respondí.

Era una casa de dos plantas, pintada de blanco con un jardín inmenso el cual no poseía vallas que lo separaran de una calle solitaria que había detrás.

"Problemas financieros" No podía creer que aún me siguieran mintiendo, como si no pudiese darme cuenta.

Me dolía que aunque supieran que este año sería tan importante para mí no pudieran hacer una excepción, pero claro así es esto, uno no puede opinar porque no es "suficientemente maduro".

— ¡ALYYYY! —Escuche gritar a Lu, cuando me voltee pude verla corriendo hacia mí.

Sus ojos celestes brillaban de alegría y emoción. Solo nos habíamos separado un día, pero para ambas era como si no nos hubiéramos visto en años. Cuando se acercó comenzó a jalar mi camisa hacia abajo para que me diera cuenta de que estaba allí.

—Pitufina —hable entre risas bajando la mirada para poder verla.

—Allison. —Mamá me dedico una mirada severa, ella odiaba que llamara así a Lu. Aunque Lu no se había quejado ni una sola vez.

El Diario De Una Lectora ✓ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora