29.

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[Aly]

Había estado esperando ese bajón durante todo el día. Cuando Xavier me dejó en la puerta de mi casa paso lo que ya sabía que pasaría y termino como ya sabía que terminaría.

En este momento me encontraba con mi espalda recostada en la puerta de mi habitación, sentada en el piso abrazando mis rodillas, con mi cabeza entre ellas llorando como solo yo podía hacerlo. Lu había intentado defenderme hoy... y me partio el corazón ver cómo la dejaban sin cenar por desobedecer.

Era mi culpa. Todo era mi culpa.

Cuando estás mucho tiempo feliz siempre ocurre algo que estabiliza ese sentimiento. Es triste, pero cierto.

No me atreví a mirarme al espejo, ya suponía lo que observaria si me paraba frente a el, al fin y al cabo era lo mismo de siempre: Ojos hinchados, nariz roja, mejillas húmedas y cabello desaliniado. A eso se le sumaria el dolor de cabeza y las cosas autodestructivas que hoy no deseaba escuchar de mi propia boca.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero podía asegurar que desde el instante en que cerré la puerta me comencé a sentir de esta forma.

Un sonido conocido llamó mi atención. Una llamada entrante.

¿Sería buena idea contestar? No estaba en condiciones de hacerlo.

No contestes, solo darás pena.

No quiero estar sola...

Pues eso es lo que te mereces.

No te entiendo.

¿Que no entiendes?

Se supone que estás de mi lado, pero me atacas.

No te atacó, solo te recuerdo tus defectos.

Ya sé que tengo defectos, no hace falta que los repitas.

Tomé mi celular rápido y conteste la llamada, no pensaba quedarme más tiempo hablando con mi conciencia.

—¡Hey! ¿Que ha pasado por ahí? —Me sorprendí al escuchar la voz de Xav.

Claro, no me había dado muy tiempo de pensar quien era y solo conteste. Ahora ¿Que le diría? Ni siquiera creo que pueda hablar sin arrancar a llorar.

—Al ¿Estás ahí? —pregunto confundido cuando yo no respondí.

Después de meditarlo un momento murmuré por lo bajo una respuesta a esa pregunta.

—si...

Sentía una presión en mí pecho. Estaba sosteniendo mi celular cerca de mi oreja e intentando no sollozar para que no se diera cuenta. Él se quedó en silencio, respirando de una forma pausada y luego de un rato contesto.

—No tienes que parar, si realmente quieres llorar está bien... No voy a juzgarte aunque no sepa que ha pasado.

—No... no importa —Conteste.

Odiaba que mi voz sonara de aquella forma, no quería preocuparlo.

Debí haberle hecho caso a mi conciencia.

El Diario De Una Lectora ✓ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora