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Toda la clase no pude dejar de sentirme observada. Me dije a mi misma que no era cierto, pero volteaba y ahí estaba el con la mirada atenta en mi.

Ámbar más de una vez me dijo que actuará como si no me importaba o que lo ignorara, pero fue técnicamente imposible era demasiado conciente de que me estaba mirando.

Intente calmarme clavando mi mirada en la ventana e imaginando que entraba un Ares Hidalgo, pero no funcionaba. Ni siquiera cuando intenté recordar la escena de Apolo borracho funcionó, cosa que de verdad hizo que me preocupara pues siempre que recordaba esa escena solía olvidarme de todo.

Ahora Ámbar estaba llevándome del brazo por toda la institución intentado distraerme, pero aún así no funciona.

¿Que le pasaba al Camarón y porque no dejaba de mirarme?...

Un golpe en mi hombro hizo que volviera a la realidad.

—Lo siento —Dijo Andy con una sonrisa fingida. A su lado se encontraba Xavier quien estaba con la mirada hacia otro lado.

—No pasa nada —Solte con la cabeza alta cuando realmente lo que quisiera es apartar la mirada, no puedo permitirme hacer eso sería como deshonrar a mis Diosas y ellas me enseñaron a no bajar la mirada ante nadie.

Su sonrisa cae casi al instante formándose en una mueca. ¿Que quería?. Volteó los ojos y se fue junto a Xavier.

—Definitivamente la estás volviendo loca —Habla Ámbar dándome una sonrisa.

—¿A qué te refieres?. —Dudo.

—A que le molesta que no estés en su séquito adorandola como si fuera la única cosa que importa en el mundo—responde.

—No es algo que me interese hacer —Digo retomando el paso junto a ella.

—Y por eso mismo te mira así, para ella es como si fueses la cosas más extraña del mundo —Contiene una carcajada que termina convirtiéndose en una sonrisa.

—Mis Diosas no me entrenaron para seguir a alguien como si fuese lo último que hay en esta tierra y no pienso deshonrarlas.

Avanzamos unos segundos en silencio, veo al grupo de fútbol practicar en la cancha y decido pasar como si no los hubiera visto.

—Oye. —Rompo el silencio.

—Dime —Habla Amb.

—Bueno... Tu me has dicho que Andy absorbe a las personas y eso así que me preguntaba...

—¿Porque no estoy con ella? —Me mira enarcando una ceja.

—Si.

—No es una historia muy interesante la verdad —le quita importancia.

—Por favor —Digo pegándole sin mucha fuerza en el hombro.

—Me mudé aquí cuando cumplí los 14 —Me paralizo en lo que escucho esa edad, es difícil escuchar alguien más hablar de una mudanza pero tengo que hacerlo si quiero saber la historia. —Entonces la conocí. Yo era la típica chica... o bueno me puedo definir cómo Sue o Adrik —Rei un poco al escuchar eso, porque siempre he sido así. —No conocía la aplicación naranja aún. Andy se acercó a mi y nos hicimos muy cercanas —me da una sonrisa triste —Puedo decirte que me volví una integrante más de su grupito por años, y me sentía bien, sentia que pertenecía ¿Sabes?. —Asiento —Despues conocí a la aplicación naranja y me di cuenta de muchas cosas... —Sus ojos se cristalizan un poco —Era una más del monton, y decidí rebelarme ya no quería ser así.

—Oh —Es lo único que pude decir, no sé cómo reaccionar ante algo así.

—Desde entonces eh estado bien sola, me di cuenta de que era mejor divagar por cada pasillo con un libro a con una persona presumiendo que zapatos se va a poner mañana.

El Diario De Una Lectora ✓ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora