—Aún hay algo que no entiendo —le dije caminando hacia él. Konrad de la misma forma se acercó con pequeños pasos a mí, hasta encontrarnos frente a frente—. ¿Qué te hizo volver esta noche?
—Aún no conozco el mundo humano —respondió con seguridad.
A pesar de que no lo conozco y es un demonio, una raza que ha sido enemiga de la raza de las brujas por siglos desde que nació el nuevo país al cual llamaron Freiani, era la única persona en la que podía confiar en estos momentos.
Caminé al lado suyo hasta que llegamos a una ventana que mostraba parte del patio. Este lugar solo era parte del castillo, la ciudad de Sefrai estaba más adentrada al bosque. Cruzando la ciudad posiblemente pueda ver a las brujas del fuego.
Miré a Konrad quien me observó con ternura.
—¿Cómo me sacarás de aquí? —pregunté sin estar a la defensiva por primera vez en la noche.
—Iremos al bosque, cerca de donde hago los portales. Mi energía no es muy fuerte aún, por eso prefiero ir a la segura y aprovechar la energía de la puerta secreta para hacer el portal —me hizo saber mientras espiaba por la ventana hasta que no hubiera nadie para salir—. Se supone que es posible hacerlo sin ir a ese lugar, pero no puedo hacerlo.
Me asomé con él por la ventana. Si no tiene la habilidad suficiente, eso significa que tendremos que ir al bosque para abrir el portal.
Una vez la calle de piedra negra fuera de la habitación de Konrad estaba vacía, decidimos bajar por el túnel secreto donde habíamos llegado. Ya a fuera giramos a ambos lados para asegurarnos que estábamos solos y corrimos hacia el bosque. Sefrai era impresionante, sus árboles tenían hojas verdes más oscuras de lo normal, su cielo siempre estaba rojo, su luna era aún más grande de como se ve en la tierra de los humanos. Claro que se veía así, aquí vive Hécate, la Diosa de las brujas. Corrí, me adentré al bosque sin dejar de ver la luna, ¿acaso Hécate podía verme?
Konrad iba detrás mío creando una ilusión para que pareciera que no había nadie en el bosque. Los demonios no pueden sentir la presencia de un mentiroso o de un intruso, pero un Shingate sí.
Comencé a correr sin dirección, hasta que me crucé con un desvío, dos caminos de tierra roja que guiaban a dos lugares diferentes. Solo entonces me detuve para mirar a Konrad, seguía creando una ilusión atrás nuestra.
—Es del lado derecho —dijo el moreno notando que no sabía a dónde ir—, del lado izquierdo está el convento de las brujas del fuego.
¿Brujas del fuego?
Mi cabeza se puso en blanco en ese momento, mi cuerpo reaccionó por sí mismo lo cual provocó que corriera al lado izquierdo. Corrí por el lado equivocado, Konrad gritó mi nombre para rogarme que volviera. No pude evitarlo, las brujas del fuego también son mi familia.
Cuando dos brujos se relacionan es solamente para tener un hijo, si nace niña se queda en el aquelarre de las brujas, pero si es niño va con los brujos. En mi caso mi mamá tuvo a Sem, un brujo del agua que se quedó con mi papá, por otro lado, mi mamá y mi papá me tuvieron a mí; sin embargo, yo estoy con los brujos. ¿Por qué? Por alguna razón sentí que si veía a mi mamá hoy entre esas brujas, tendría una respuesta.
Ni siquiera la conozco o tengo fotos de ella, los brujos no tenemos familia. Tenemos que olvidarnos de ellos con el paso del tiempo. ¿Cómo la reconocería?
¿Qué estoy haciendo?
Konrad me alcanzó, estaba respirando rápido de tanto correr para tomar mi mano y detenerme. Lo miré con pánico, no sabía qué estaba haciendo. Quería ver a mi mamá, pero no sabía si quiera cómo era ella.
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Sefrai: La bruja de la noche
FantasyEmma, una adolescente que creció entre brujos conoce a Konrad, un príncipe demonio que huyó del inframundo curioso de descubrir el mundo humano. Ahora ambos con la ayuda de los hermanos de Emma, tendrán que descubrir los secretos de Sefrai.