Emma, una adolescente que creció entre brujos conoce a Konrad, un príncipe demonio que huyó del inframundo curioso de descubrir el mundo humano. Ahora ambos con la ayuda de los hermanos de Emma, tendrán que descubrir los secretos de Sefrai.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Crucé el portal junto con Sem hasta llegar al panteón de Sefrai. La frustración del momento me impedía seguir sonriendo, quería hacerlo, pero no podía porque todo en mi cabeza me daba vueltas, sentía que estaba peleando por algo que no me correspondía, pero de cierta forma era por lo que yo debía pelear. Mi respiración era agitada, corría con la intención de llegar al pueblo. Podía hacer un portal, pero era demasiado arriesgado que alguien notara a Sem. A demás aprendí por mi cuenta a hacer portales por lo que aún soy pésimo haciéndolo. Todo me está saliendo mal.
Dejé de correr por el bosque cansado, la cabeza no paraba de darme vueltas y la herida de mi estómago, aunque Nathan la había cerrado con magia, internamente seguía doliendo mucho, no era buena idea correr por lo cual me detuve unos segundos; cuando sentí como unos brazos rodeaban mi cuerpo por detrás, así como una cabeza se recargaba en mi hombro. Eso me hizo sentir bien, tome la mano de Sem que me sostenía con fuerza y besé su mano con delicadeza. Él se separó de mí para pararse enfrente mío, sabía que me estaba derrumbando.
—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó Sem sin soltar mis manos.
—No lo sé, tengo miedo —acepté temblando—. Soy un cobarde.
—Está bien tener miedo, pero yo te ayudaré a evitar sentirlo —lo único que me reconfortaba mientras mi cabeza tenía millones de ideas al mismo tiempo, era él. Sem y saber que mi mejor amiga también me ayudaba.
—Sem —le dije a mi chico viendo a la nada, él me miró fijo— ¿Aún sostienes lo que me dijiste esa noche en la feria? —pregunté recordando aquel día.
En pocas palabras ese día habíamos hablado, le dije lo que sentía por él, Sem me dijo que se sentía igual, pero que no podía corresponderme porque lo nuestro no podía ser posible. Ese día pasé el resto de la noche con él, porque le prometí que, aunque no me correspondiera pasaría demostrándole todo el tiempo que pudiera que esto que siento es real. Él lo aceptó.
—Sí, soy el siguiente en ser líder del convento y tú un lindo demonio que pronto será el próximo rey —dijo Sem con esa sonrisa que me encanta—, y si te ayudo es porque te quiero.
Cuando el brujo de ojos negros dijo eso di un paso para acercarme a él, como era unos pocos centímetros más alto que yo tuve que alzar la vista para ver sus ojos. Me acerqué a él con intenciones de besarlo, parecía querer corresponderme, pero no lo hizo porque la voz de una dulce niña de dieciséis años nos interrumpió con su voz.
—Creí que estaban tratando de evitar una guerra —giramos a ver a la niña, era Valeria; la amiga de Emma.
Sem y yo nos separamos para verla mejor, diablos, de verdad quería sentir su dulce boca con la mía. Valeria estaba parada enfrente de nosotros con su vestido negro que parecía un uniforme especial de las brujas del fuego. Ella era mucho más pequeña que nosotros por lo que teníamos que agachar la mirada para verla a sus ojos cafés, parecía preocupada por cómo nos veía, como si supiera que algo malo estaba pasando.