Me arrodillé con él tratando de evitar inútilmente que el sangrado continuara, su cara mostraba sufrimiento y dolor. ¡Era obvio que sintiera eso! Él tomó mi mano para que parara de intentar ayudarlo, yo comencé a sacar lágrimas de mis ojos al no saber cómo socorrerlo. No quería lastimarlo, no quería dañarle, no era justo, esto no tenía que pasar.
Escuché pasos acercándose a nosotros, fue entonces cuando comprendí que solo un brujo venía hacia aquí. Konrad se levantó con dificultad para dar dos pasos lejos de mí. Lo miré extrañada por lo que estaba haciendo, pero pronto las cosas comenzaron a cobrar sentido. Él creó una ilusión para que pareciera que se fue corriendo herido de ahí, aunque en realidad nunca se fue, incluso me ayudó a levantarme; aunque estuviera herido. No tardó mucho para que el brujo responsable de esto llegara conmigo. Alcé la mirada cuando el chico de cabellos negros, con piel clara se posó enfrente mío, era Sem.
—¡Emma! ¿Estás bien?, ¿ese bastardo te hizo daño? —preguntó tocando mis hombros y examinando todo el cuerpo.
No respondí porque estaba confundida, Konrad estaba atrás mío tratando de no gritar para que no nos descubriera. Tardé en entender que la ilusión que hizo era de distracción, al mismo tiempo él se había ocultado para que nadie más aparte de mí lo viera.
No podía dejar de llorar, habían dañado a Konrad por mi culpa.
—Emma... —dijo Sem acariciando mi cabeza y limpiándome las lágrimas— Me preocupé porque ya hace bastante tiempo te habías ido del convento. Pensé lo peor —confesó mi hermano mirando hacia el suelo— Cuando vine a buscarte y vi a ese demonio contigo me molesté. No puedo creer que después de causarte temor por un año entero haya decidido a volver.
—No fue... El mismo demonio que hace un año —mentí entre lágrimas para salvar el pellejo de Konrad.
Si pensaban que no me había buscado a mí, había más posibilidades de que esto no le afectara a los demonios. Konrad me miró extrañado por mi mentira, mientras tapaba su boca con su mano para no gritar. Entendió que lo estaba protegiendo.
Sem se quedó callado por unos segundos. Aunque haya dicho eso estaba molesto, además de muy preocupado por mí.
—Ve con Nathan a que revise que no estás dañada —me dijo abrazándome— Yo buscaré a ese infeliz.
Dijo eso soltándome del abrazo y sacando de su cinturón una pistola de bengala que pronto disparó al aire para alertar a los brujos que había problemas. Se fue corriendo en dirección donde Konrad mandó a la ilusión, pronto muchos brujos comenzaron a llegar corriendo mientras yo tomé de la mano a Konrad para empezar a caminar hacia el convento.
—¿Estás seguro de que no te ven? —pregunté a Konrad susurrando para evitar las miradas hacia nosotros.
—Estoy muy —hizo una pausa para respirar con dificultad, el dolor lo mataba— adolorido, pero mi magia sigue siendo igual de poderosa.
—Entonces te pido que sigas así hasta llegar a mi hogar, tengo un plan —le dije tratando de no llorar.
Yo no estaba herida, sin embargo, era yo la que estaba llorando amargamente por lo que le pasó a Konrad. Mi amigo asintió con la cabeza sin dudar ni un momento de mí. No es que hubiera esperado a Konrad mucho tiempo, pero me molestaba que ni siquiera llegar antes de todos me haya ayudado a salvarle.
Después de caminar mucho desde el lago hasta el convento, con Konrad desangrado y mareado llegamos a mi hogar. Los brujos seguían corriendo hacia el bosque para buscar al demonio que en realidad estaba conmigo.
Llegué afuera de mi cuarto y vi cómo Nathan salía de este. Él me vio preocupado, solté a Konrad un momento y le enseñé mis manos llenas de sangre a Nathan. Mi hermano se asustó al pensar que era mi sangre.
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Sefrai: La bruja de la noche
FantasyEmma, una adolescente que creció entre brujos conoce a Konrad, un príncipe demonio que huyó del inframundo curioso de descubrir el mundo humano. Ahora ambos con la ayuda de los hermanos de Emma, tendrán que descubrir los secretos de Sefrai.