31 relatos en 31 días sobre diversas parejas del anime/manga/juegos de Pokémon.
Este reto, denominado Flufftober2021, es organizado por la página de Facebook «Es de Fanfics»
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Sus mejillas arden de la cólera que siente en esos instantes. Quiere insultar al cielo, quiere gritar para desahogarse, sin embargo, no puede, pues se encuentra en un lugar público. Misty infla sus mejillas y respira lentamente para ver si así se relaja, mas solo consigue unos segundos de tranquilidad, ya que sus pensamientos vuelven a enfocarse en esos 60 Pokédolares que Tracey le debe desde hace un mes.
Mira a todos lados buscando al responsable de su enojo. Nada. Se supone que se reunirían ahí, fuera del gimnasio que ella lidera, pero ni rastros del dibujante.
Recuerda que todo empezó por ayudarle a comprar un set de lápices que él necesitaba. Le faltaba la mitad y ella se lo prestó campante, esperando el retorno del dinero en una semana. Empero, lo que recibió a cambio fue a un Tracey avergonzado pidiéndole más, ya que a las justas y podía sobrevivir con el sueldo que el Profesor Oak le daba. A Misty no le importó: confiaba en su antiguo compañero de viajes.
Aun así, la incomodidad invadió su ser cuando dejó de ser 20 y pasó a 30 Pokédolares, luego 40, 50, hasta llegar a 60. La pelinaranja se hartó, pues dejó de obtener respuesta del pelinegro desde ahí, llamándolo incontables veces y siendo recibida por el buzón de voz.
— Cundo lo vea deseará no haberme pedido nada. — susurró, mirando el mensaje que Tracey le mandó ese día en la mañana, pidiendo reunirse a las afueras del gimnasio.
— ¡Misty! — como si sus quejas fuesen escuchadas, la voz del susodicho llegó a sus oídos. Tracey alzaba una mano en señal de saludo mientras que, con la otra, cargaba una especie de cuadrado tapado con una delgada manta.
Lo que no esperó fue que la chica se acercara a él y le asestara un golpe en la cabeza. Tambaleando, logró agarrar el cuadro, que estuvo a punto de caerse.
— ¿¡Me ignoras por un mes y vienes feliz a saludarme!? — gritó ella, ya incapaz de guardar su enojo — ¡Me lo esperaría de cualquiera menos de ti!
— ¡Lo siento! — imploraba el pelinegro — Créeme cuando te digo que no uso mucho ese aparato ni estuve al pendiente de él este tiempo. Sé que fue erróneo sabiendo que te debía pero, simplemente, no pude detenerme.
— ¿¡Detenerte con qué!? ¿¡Qué has estado haciendo!? — la ojiverde intentó agarrar el cuadro, saliendo exitosa. El chico no puso objeciones, dejando que ella sacara la manta que cubría a, lo que parecía, algo muy preciado para él.
Los ojos de la sirena se iluminaron con lo que vio. Frente a Misty se hallaba un collage de ella, todo ella, en un dibujo tan pulcro y casi real que todas las escenas dibujadas ahí parecían fotos. Pudo reconocer lugares como el laboratorio en Paleta o el mar de Alola de fondo, mientras eran los dibujos de ella misma, en distintas poses y con distintos gestos, los que resaltaban más que nada. Su cólera disminuyó al apreciar tan bello collage, incapaz de darse cuenta de que Tracey yacía a su lado, observando también el cuadro.
— La parte donde sonríes al acariciar a Psyduck la hice con los lápices que me ayudaste a comprar. — comienza a decir, mientras señala — Este de aquí, donde saltas por ganar un combate, está hecho con pintura, ¿lo notas? También lo compré con lo que me diste.
Tracey entonces empezó a relatarle cada escenario que yacía en el cuadro. La pelinaranja solo escuchaba silenciosa, aún sin poder creer la maravilla de arte que presenciaba.
— Estuve tan concentrado en hacerlo perfecto que solo despertaba para ayudar al profesor Oak y después me iba a dibujar. Lo admito, no contestar fue un error gravísimo, así que entiendo tu enojo— acto seguido, sacó su billetera — Vengo no solo a regalarte ese cuadro, sino también a darte el doble de lo que me prestaste, como disculpas por todo lo que te hice enojar. — extrae los Pokédolares prometidos — Realmente lo siento, ¿podrás perdonarme?
Misty no sabía qué decir. Quería perdonarlo en serio, pero no podía ignorar la falta cometida. Suspiró, aceptando el dinero.
— Me tomará tiempo. —dijo ella, sonrojada por el dibujo pero intentando ocultarlo —Sin embargo, nunca vuelvas a esperar de mí dinero prestado, ¿entendido?
— A sus órdenes. — exclamó él, notando la leve sonrisa formada en los labios de la entrenadora de tipo agua.
Misty entonces le dio un codazo en la cintura, casi haciéndolo caer. Posterior a ello y unas risas, los dos agarraron la pintura de cada extremo y se pusieron en marcha a los interiores del gimnasio, buscando un lugar donde poder dejar tan hermosa obra de arte.
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Luego de años, gente, estoy realmente enojada por algo que pasó en mi universidad. Ardiendo en cólera, graciosamente, tuvo inspiración y creé esta historia, a ver qué les parece.