Capítulo I

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Así como se habían marchado los dragones, en una nube multicolor, volvieron varios días después. Ya había pasado más de dos lunas y no hubo ni un solo ataque en ese tiempo, pero los vikingos no estaban tranquilos; algunos se consumían en la paranoia hasta el punto de dormir con su escudo bajo la almohada y su arma en la mano.

Una tarde, mientras Estoico el Basto supervisaba las actividades del pueblo en compañía de Bocón, un vikingo en una torre dio la alarma.

- ¡Un pesadilla monstruosa y un gronckle se encuentran en la costa!

El mensaje preocupo al jefe de la aldea pues desde que la nube de dragones había pasado por Berk, su hijo se la vivía en la playa observando el horizonte. Sin decir ninguna palabra se dirigió hacia donde estaba su primogénito.

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Hippo se encontraba sentado en la arena garabateando en esta con una rama. Había sentido temor cuando la nube de dragones pasó sobre él, pero ahora la curiosidad estaba en su máximo esplendor buscando una respuesta en la ribera, frustrado de no encontrarla. Soltó un pesado suspiro antes de levantarse y sacudirse toda la arena de la ropa, estaba tan distraído que no noto el sonido del aleteo de dos grandes dragones aproximándose.

El ruido de la arena cediendo al peso de los reptiles fue lo que finalmente atrajo su atención, de inmediato corrió a cubrirse detrás de unas rocas cercanas a él. Hippo sintió su corazón saltando en su pecho y su respiración agitarse pese a que trataba de calmarla para evitar que lo escucharan.

Cuando al fin se tranquilizó lo suficiente levantó su cabeza sobre la roca para ver a los dragones, con sorpresa se dio cuenta de que un humano los acompañaba, nunca antes lo había visto. El extraño tenía el cabello negro tan oscuro y brillante, un poco largo; una piel tan pálida que se confundía fácilmente con la luz que reflejaba el agua; e iba vestido con un raro atuendo negro que lo cubría por completo a excepción de su cabeza y manos. El joven no parecía ser mayor que Hippo.

La curiosidad empezó a arder en el interior de Hippo, quien sin darse cuenta había salido de su escondite, observando atentamente como el joven que recién había llegado parecía hablar con los dragones que lo acompañaban. El joven giró a verlo y le sonrío, Hippo no se percató de que lo habían descubierto.

- ¿hola? –habló el de cabello negro aun con una sonrisa que se transformó en risa.

Hippo al fin salió de su trance por el sonido de la risa del recién llegado, su atención fue devuelta a los dragones formando en él una mueca de miedo.

- Tranquilo, no te harán daño... ¿cierto? –la pregunta fue dirigida a los reptiles alados que se encontraban a su espalda.

El pánico de Hippo ceso por la conversación unilateral que el pelinegro mantenía, volvió su atención al hombre frente a él, sus ojos eran de un verde inhumano y sus pupilas tenían una ligera forma alargada, el traje que vestía estaba hecho de escamas de color negro, escamas que Hippo jamás en su vida había visto en un dragón.

- ¿Quién eres? –preguntó el vikingo, aunque era una pregunta al aire más que para el joven frente a él.

- Yo soy... -la seguridad que había mostrado en un inicio flaqueo- soy... mi nombre es... ¿Toothless?

Los dragones empezaron a ¡¿reír?! Hippo no podría creer lo que estaba viendo ¿los dragones ríen? Toothless se giró para discutir con los reptiles.

- Realmente no ayudan –reclamaba a los seres alados que solo parecían reír más fuerte.

- No te avergüences de tu nombre, yo me llamo Hippo ¡Hippo! –el vikingo intervino en ayuda de Toothless.

DespreciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora